EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

miércoles, 8 de abril de 2020

GOLGÓTA


              
     
                 
              
MONTE GOLGOTA EL CALVARIO | Crucifixión de jesús, Tatuajes ...




            


 GÓLGOTA MONTE DE LAS CALAVERAS


Tardé mucho tiempo en saber el significado de ese nombre. En latín, griego y en arameo significa lugar de La Calavera. Buscaba unos apuntes y por ellos supe del nombre por el cuál se conocía dicho monte en las afueras de Jerusalén, donde Jesús fue crucificado.
Su nombre proviene de rocas en forma de calaveras. El trabajo versaba sobre El Monte Gólgota. Desconocía todo lo concerniente a dicho lugar y el episodio tan luctuoso que allí se había realizado en tiempos remotos. Delante de enciclopedias y libros sagrados, me dispuse a saber lo que ignoraba.

Comencé a escribir notas y sin darme cuenta, ya no tomaba apuntes sino más bien, leía y en cada página encontraba la dimensión tan profunda de un hombre, que nunca puso límites a los que le rodeaban.
Querido por unos y odiado por muchos, su vida estuvo marcada desde que se manifestó su gran poder. En un mundo tan hostil y dispuesto a no tolerar que un simple hombre  generara las multitudes que arrastraba tras él para oír lo que ellos no entendían.

Estaba llamado a ser Rey de Reyes desde que nació, pero su reino no era terrenal, cosa que les fue muy difícil de entender a los que le seguían. No comprendían que él con un simple gesto, tendría batallones y batallones de “ángeles”. No, el no venía a luchar, sino más bien a impartir la sabiduría que le había sido concedida para repartir a sus seguidores.

La fama se acrecentaba y no había lugar en el cual, era esperado para oír las palabras y ver los sorprendentes milagros.
El odio y la envidia crecía por un sencillo hombre, que regalaba paz y amor a cambio, pedía la conversión y no caer en las muchas tentaciones que, un invisible ser maligno les ofrecía –¡Es fabuloso! ¡Qué hombre! –se dijo en voz baja.
Llegó un momento que les fue muy molesto y no podían tolerar que nadie y menos él, les hiciese sombra.

Se inventaron toda clase de cargos hasta que lograron levantar a esos  que días atrás, le habían recibido entre palmas, ramas de olivo y vítores. Su persona ya no era amada.
Aborrecido, vilipendiado y humillado, fue tratado peor que un delincuente  común.
Vendido por unas sucias monedas, acabó siendo reo de muerte.
Nadie alzó la voz para pedir su perdón y sí, para solicitar su muerte.

  Como un hombre desprovisto de compasión alguna, fue juzgado teniendo la peor calaña de la especie humana injuriando y gritando ¡muerte! ¡muerte! Y dando el regalo a un cruel y despreciable bandido con el grito de ¡libertad!
Apabullado por una masa enloquecida, Poncio Pilatos hizo un gesto de total sumisión. Se lavó las manos, dando a entender que él, no era culpable del crimen que se le imputaba. Estaba limpio de culpa. Le entregó a una enfurecida turba.

Atado a una columna fue azotado con saña, buscando en cada latigazo, la sangrienta marca en su espalda. Para tapar la dureza del castigo recibido, le pusieron una túnica y la mofa llegó al poner en  su cabeza, una corona de espinas y entre sus manos un cetro coronándolo así entre risotadas “como rey de los judíos”.
 Le hicieron cargar sobre un cuerpo salvajemente maltratado, una pesada cruz y con ella a cuestas, le encaminaron entre el escarnio, insultos y la brutalidad de unos groseros soldados hacia El Gólgota.

La dureza del camino y carente de fuerzas, hizo trastrabillar sus pies cayendo una, dos, y tres veces. Su rostro que rezumaba sangre ha causa de las espinas de la corona, quedó impreso sobre el lienzo con el que la mujer se lo enjugó.
Arrastrando el madero llegó al monte Gólgota. Una vez allí la ignominia llegó a lo más bajo.
Le despojaron de sus vestiduras y le arrojaron sobre la cruz. Comenzó el cruel tormento.
Primero sus manos y luego sus pies, fueron espantosamente taladradas.
Mientras el martillo bajaba una y otra vez sobre el clavo, las voces y risotadas de la soldadesca, jugaban a los dados rifando las vestiduras del hombre al que martirizaban.
La cruz fue izada ante la algarabía de la chusma.

 En un lugar apartado la madre junto a un pequeño grupo que habían seguido el sanguinario cortejo, lloraba ante el proceder inhumano que estaba padeciendo su hijo.
El tiempo comenzaba a  pasar. “Tengo sed” –dijo con voz queda. Un soldado tomó una esponja y la empapó en vinagre y ayudado con su lanza, la acercó a la boca del sediento.
Luego, otro viendo que no se moría, clavó su lanza en la parte del corazón.
Poco después lanzó su último suspiro y dejando caer la cabeza a un lado expiró. Su muerte trajo un retumbar de truenos, mientras el cielo se teñía de negros nubarrones oscureciéndolo todo. Alguien dijo: “En verdad era hijo de Dios”.
La gente huyó despavorida y solamente quedaron María y el pequeño grupo que no le había abandonado.
Le bajaron de la cruz y el cuerpo terriblemente sangriento por la crueldad, dureza y salvajismo al que fue sometido, fue depositado en los brazos de su madre.
Su hijo, su queridísimo hijo yacía muerto. Lágrimas de inmenso dolor, bajaban por un rostro hasta el cuerpo inerte de Jesús.

Cerró el libro y durante un tiempo quedó inmóvil,  con la respiración contenida.  No se atrevía ni a pensar, ni evaluar lo que había leído.
Saber que El Gólgota había acogido las horas más truculentas de un hombre que fue insultado, azotado,  humillado y como final, la muerte más cruel, le abatió totalmente.
-Sí, verdaderamente fue un hombre especial

SEMANA SANTA 2015



1 comentario:

Anónimo dijo...

Es tan bonito que dan ganas de llorar

Ofelia