CORONA DE ESPINAS
_Has
oído alguna vez hablar de la “Corona de
Espinas”
_Sí,
pero cuando era pequeño en la catequesis.
_¿Sabes
que era?
_No
lo recuerdo bien, pero creo que era algo que se ponía en la cabeza.
_La Corona de Espinas es un símbolo cristiano ¿Lo sabías?
_No,
nunca he practicado la religión cristiana.
_Pero
naciste en una familia cristiana y recibiste el bautismo y me supongo que
también la primera comunión.
_Sí
todo eso hasta que poco a poco lo fui dejando. Todo se fue borrando en la mente
y no me acuerdo. Nadie me obligó a hacerlo.
_¿Te
gustaría que te lo recordara?
_Pues
sí, necesito creer en algo, saber que esta vida no es solo divertirse.
_
Jesús
había nacido para dar testimonio de que la muerte no es el fin, que la vida que
se nos da es un regalo del cual, nosotros dueños de ella, debemos seer en todo
momento capaces de ir por el camino recto. Esas palabras son las que aprendimos
de pequeños.
Jesús
vino al mundo para darnos ese amor que tanto nos identifica unos y otros. Nos
amó tanto que perdonó a los que le hicieron sufrir y luego le mataron.
Tenía
muchos adeptos que le seguían. Sus sermones eran escuchados y el efecto de
ellos era como aumentaban los que deseaban oír sus palabras. Cautivos de los
sermones, estaban horas y horas escuchando lo que se aposentaba en sus
corazones ávidos de sentir la paz.
Todas
las grandezas llegó a oídos del que mandaba y envió a vigilar y estar atento a
lo que ese hombre decía y saber el por qué atraía tanta gente.
_Es
un hombre que hace milagros –le dijo el que le siguió.
_¡Cómo
que hace milagros! –dijo el César con voz alterada.
_Sí,
cura a enfermos y les da de comer, aunque sean miles.
_¡Eso
es imposible! –contestó todo alterado.
_¡Yo
lo he visto!
_¿No
hará magia para que todos le crean?
_No,
mi señor. Es un hombre que todos le siguen y lo que les dice, son palabras de
las que uno se siente confortado.
_¡Ah
sí! ¿Tú le has oído no?
_Si
César.
_¿De
que habla?
_Del
amor, sentirse en paz con ellos mismos, amar a los que necesitan ser amados.
_¡Eso
es inaudito! ¿Cómo vas a querer a la persona que te ha hecho mal?
_Pues
es todo lo que el dice. Amaras a tu prójimo
como a ti mismo.
_¡Pamplinas!
Esas aglomeraciones no las quiero ver.
_¿Qué
debo hacer?
_Disolverlas
totalmente.
_Pues
apresar a ese que los congrega.
_¿Cómo?
Siempre está rodeado de sus fieles.
_Perseguirle
y cuando veáis que está sólo, prenderle.
_Es
muy difícil, nunca está solo.
_Pues
ofrecer dinero a quien os diga quién es él.
Un
beso fue lo que Judas le dio con toda perversidad a su maestro. En ese instante fue preso y llevado a presencia del
César.
Cuando
le vio tan desvalido y solitario no quiso juzgarlo y lavándose las manos lo
envio a un populacho ávido de maldad.
Fue
condenado. Le azotaron atado a una columna. Los latigazos sobre la espalda lo
laceraban una y otra vez.
Le pusieron una túnica y un soldado con una risa
muy socarrona tomó de un zarzal lleno de espinos y haciendo una corona se la
puso a Jesús en la cabeza al tiempo que decía “Yo te corono Rey de los Judíos”.
Las risas y jolgorio fue grande.
Así entre el gentío que se burlaba de él, le
hicieron cagar con una cruz y a latigazos fue andando hasta el lugar en el
sería crucificado.
El Monte
de los Olivos.
Esa
Corona de Espinas clavada en su
cabeza por lo pinchos, fue el principal punto de un sufrimiento que tendría fin
con su muerte en la cruz.
_
_¿Te
has quedado muy callado.
_Me
ha impresionado mucho la suerte tan horrorosa que tuvo Jesús.
_¿Nunca
lo habías escuchado?
_No.
En ningún lugar. Mi vida siempre ha estado muy alejada de esa religión.
_Y
ahora ¿deseas tener un contacto más abierto con ella?
1 comentario:
ES PRECIOSO EL ARTÍCULO, GRACIAS
RAQUEL
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