DÉBILES MORTALES
El otro día, acompañé a una persona a un centro
hospitalario, ya que tenía que hacerse varias
pruebas y análisis. La espera fue larga y durante ese
tiempo pude constatar que, todos los que allí
acuden por una causa o por otras, automáticamente
pierden su orgullo y en sus rostros aflora la
angustia,el miedo y la soledad.
hospitalario, ya que tenía que hacerse varias
pruebas y análisis. La espera fue larga y durante ese
tiempo pude constatar que, todos los que allí
acuden por una causa o por otras, automáticamente
pierden su orgullo y en sus rostros aflora la
angustia,el miedo y la soledad.
En ese largo tiempo de espera me dediqué a
observar a las personas que allí estaban y una de
las cosas que más llamó mi atención fue, que tanto
los más jóvenes, como los de más edad, exhibían en
sus rostros, casi sin darse cuenta, la lógica
preocupación de tener que acudir a ese centro.
observar a las personas que allí estaban y una de
las cosas que más llamó mi atención fue, que tanto
los más jóvenes, como los de más edad, exhibían en
sus rostros, casi sin darse cuenta, la lógica
preocupación de tener que acudir a ese centro.
Poco a poco, las verdades ocultas salían a flote y los
que momentos antes de entrar eran seres altivos, se
iban transformando en débiles mortales.
Habían nacido con un cuerpo que albergaba una
fantástica máquina, única en su género. Pero ya
fuera por causas ajenas o bien, por excesos y
abusos en sus funciones, esa maravillosa máquina,
empezaba a fallar y se manifestaba en diversas
protestas que les llevaba a visitar el centro
hospitalario con cierta suspicacia.
fantástica máquina, única en su género. Pero ya
fuera por causas ajenas o bien, por excesos y
abusos en sus funciones, esa maravillosa máquina,
empezaba a fallar y se manifestaba en diversas
protestas que les llevaba a visitar el centro
hospitalario con cierta suspicacia.
esperaban a entrar en la consulta y generalizando
deduje, que cuando el cuerpo lanza ese aviso de que
algo anda mal, todos los seres humanos vuelven a
sus orígenes es decir, a su condición de débiles
mortales en la cual, las enfermedades no hacen
distinción alguna entre pobres y ricos, puesto que
todos provenimos de una misma raíz.
Unos junto a otros, estaban sentados esperando ser
llamados y por una vez, creo que lo único que les
diferenciaba, era su ropa y forma de comportarse.
llamados y por una vez, creo que lo único que les
diferenciaba, era su ropa y forma de comportarse.
En esos momentos cruciales es cuando uno se da
cuenta que el dinero no lo es todo; puede ayudar a
una mejor atención, pero nada más.
R.P.00/2008/1318
León 14 Abril 1996