UNA VUELTA POR
EL TIEMPO
Pasado,
presente y futuro. Son tres palabras
llenas de nostalgia, ilusión e incógnito
¿Quién no
tiene nostalgia de algo ya pasado? Cuando ese
antipático y ruidoso
reloj que nos marcaba de
modo implacable el tiempo que nos queda o que
se nos
fue, aquél no existían para nosotros
porque éramos libres de sus diminutas
agujas y
su monótono ritmo.
Los días se
alargaban de forma increíble y había un
tiempo para todo. Ese pasado lleno de
inocencia
donde sobraba la falsedad y nacía a cada instante la
amistad
verdadera.
Esos zapatos que
sólo nos poníamos los domingos.
La maestra, que con toda su santa paciencia nos
enseñaba a sumar
y secaba nuestras lágrimas de
dolor
cuando la sangre brotaba de la rodilla a causa
de una caída.
La risa fresca y
cantarina que nacía pura y su eco no
tenían fin. Ese primer beso que nos
despierta de un
largo letargo y nos anuncia que ya somos hombres o
mujeres y
entramos en un nuevo capítulo lleno de
ilusión.
El presente está
aquí sin saber por qué puerta se ha
colado. Cerraremos los ojos un instante
para no
dejar caer esa lágrima, y al abrirlos veremos la
ilusión del presente.
¡Cómo lo
esperábamos! Entró sin anunciarse y con
él, todos los sinsabores desconocidos
para nosotros
hasta entonces.
Fracasos, engaños,
desamores y, una larga lista se
unen a esa desilusión tan actual que nos hace
ser
personas duras y olvidar con pasmosa facilidad que
tenemos un corazón
grande para amar y lágrimas
para llorar.
La sonrisa olvidada
y en su lugar, muecas llenas de
desdén y presunción. El tiempo nos ata y
controla
cada momento de nuestras vidas. Nos faltan horas
en ese reloj que,
años pasados ignorábamos y
pasábamos de
él.
La agresividad y
engaño, nos apartan de ese círculo
mágico que es la sencillez. No valoramos
nada. El
consumismo nos desborda. No sabemos apreciar lo
que en su día nos
llenó de felicidad. Orgullosos y
vanidosos, nos burlamos de quien intenta
darnos su
experiencia. No recordamos el pasado y con él, lo
felices que nos
sentimos al deletrear y sumar por
primera vez.
En el presente,
ahora mismo, cuando reímos la
mitad de las veces, éste es un acto tan forzado
que
más parece una mueca. Y es una pena, porque hay
dentaduras tan bellas que
deberían estar a la vista
con una franca sonrisa el mayor tiempo posible
¿Por qué un beso
ahora no nos lleva a un séptimo
cielo? Sencillamente porque estamos en un
presente
tan falto de romanticismo como de pudor. Se
despierta tan pronto, que
cuando lo hacemos, la
inocencia y el recato son sinónimos de libertinaje.
¿Qué es el futuro?
¿Existe el futuro? O es, ¿una
bonita palabra que nos hemos inventado? Cuando
nos miremos en el espejo mañana, en él veremos
ese futuro del que siempre se
habla como algo muy
lejano. Está ahí. En nuestros ojos podemos ver la
nostalgia
del pasado. El deseo de mover las agujas
del reloj a una hora cero. Encontrar
esos zapatos y
suspirar por un Domingo radiante y lleno de
promesas.Oír la voz cansina
de la maestra
explicándonos los cabos, los ríos... Sentir su
amoroso consuelo
en nuestro dolor infantil.
Ese ignorado futuro nos mira hace tiempo. Desde
que nacemos.
Todos lo esperamos sin saber que
llega con nosotros. Ese desconocido amigo, nos
acompaña día a día y forja en silencio lo que será
nuestro paso por la vida.
Cuándo nos
referimos a lo venidero, ¿realmente
somos conscientes de creer que existe?
Lamentablemente no lo somos y nos aferramos a
ese tiempo que está por venir
¿Para qué? ¿Para que
cambie algo que no nos gusta? ¿Desear lo imposible?
Cuando leemos un
libro escrito hace muchos años,
oímos esa música maravillosa compuesta por
alguien
que nos precedió, tal vez en más de un siglo.
Contemplamos la obra
faraónica de una época muy
lejana ¿No está deleitando nuestros sentidos como
algo que fue un futuro para esas
personas muertas?
Y para nosotros, ¿qué es ahora? Cuando
leemos ese
libro, oímos esa obra musical y vemos esas
maravillas
arquitectónicas, no hay ni pasado, ni
presente, ni futuro. Todo deja de
existir. Es un
paseo por el tiempo que todos damos sin
percatarnos de ello. Sólo
permanece la nostalgia,
ilusión e incógnita. Y sin embargo, ¡es tan dulce
pensar y esperar todo ello!
R.P.00/2008/1318
León Abril 1997