EL REGRESO
Esta palabrita tiene su buena
miga, tanta, como
para estar toda una semana entera mojando en una
pringosa
salsa.
Se
regresa, de unas vapuleadas vacaciones. De un
heterogéneo viaje de negocios. De
una atolondrada
fiesta. De ver un hostigado partido de fútbol.
Se
regresa, del fastidioso cole o después
de ver a
la porosa abuelita. De haber
estado ingresado en un
visceral hospital. De ver una entroncada película.
Se
regresa, del calvario de trabajo. O de darse un
filtro en la piscina. De mover
el esqueleto en una
alucinadora discoteca. De una errática excursión. Se
regresa, de una fecunda gira. De ver una
insondable obra de teatro. De estar una opresiva
tarde con la suegra o en una
bucólica merienda
campestre.
Se
regresa, de un sublime acto religioso (boda,
comunión, bautizo etc.) De una menopausia
reunión
de la liga contra la hamburguesa belga o, de una
marcha patriótica. De
un matutino footting.
Se
regresa, de un inadecuado, inconcreto,
innecesario e improcedente juicio. De
asistir a un
desabrido mitin o, la puesta de largo de la casposa
Milichi. De
ver una exposición de pintura
descolocada.
Se
regresa, de ver al gomoso cantante y al charlatán
zumbón de la feria. De un
expurgado examen. O de
una inefable corrida de toros. Se regresa, de una
reunión de insoportables padres de familia. De una
arrugada tarde con la tía
Engracia o, de hacer
manitas con el canijo del tercero. De pasear en su
cochecito al fastidioso hermanito.
Se
regresa, de una conferencia no-acta para tarugos.
De un concierto para elevados
espíritus o, de una
sauna coqueta y variopinta. De recorrer tiendas de
rebajas
sin que nos den el timo.
Se
regresa, y ¿adónde regresamos? Al hogar. Ese
bendito lugar con paredes, techo y
tejado que es el
refugio de todas nuestras alegrías y sinsabores.
Regresamos
cansados, aburridos, contentos y, ese
pequeño o grande receptáculo es para
nosotros, sin
duda alguna, el mejor invento que la humanidad nos
ha dado.
Gracias.
León,
16 Agosto 1986