EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

sábado, 24 de marzo de 2018

Lágrimas de dolor


Resultado de imagen de jesús muerto brazos de su madre



            LÁGRIMAS DE DOLOR


-¿Qué te han hecho hijo mío?

-¿Porqué has sufrido tanto?

-¿Qué les hiciste para ese padecimiento tan cruel?

La Virgen acariciaba el rostro del hijo que yacía en 

sus brazos. Era un cuerpo muerto.

Despacio con dulzura, posó la mano en esa corona 

que  estaba incrustaba  en la cabeza. Le habían 

nombrado Rey de los Judíos, despacio se la quitó. 

Unas gotas de sangre resbalaron por su frente. Sus 

ojos estaban cerrados, ya no verían  la luz ni el sol.

María le besó con ternura, lloraba mientras tomaba 

su mano entre las suyas tocando el agujero cuando 

fue taladrado sin piedad.

La herida tan profunda que le hizo el soldado  

lanzando su  lanza a   un corazón que había dejado 

de latir y que nunca podría seguir viviendo, dejaba 

salir esa sangre había coagulado en su recorrido.


El vocerío y las risotadas de todos los que habían 

estado allí, no entraban en los oídos de una madre 

que seguía mirando el cuerpo inerte de su amado 

hijo.

Sus ojos se pararon en unas rodillas que dejaban ver 

el hueso. Estaban destrozadas por unas caídas 

durísimas sobre un suelo de piedras y tierra, 

llevando al hombro una cruz que sería clavado para 

morir lentamente.

Pasó la mano  con delicadeza por la herida, mirando 

la otra con tristeza, mientras sus lágrimas bajaban 

por sus mejillas.

No tenía consuelo, nadie podría dárselo, su amado 

hijo reposaba muerto en su brazo.


La gente que había acudido al suplicio de un hombre 

que solo hablaba del perdón, de ser justos contra la 

injusticia, amar a los que nos ofenden, le habían 

dado muerte de la forma más cobarde, cruel y vil.


Todos le iban abandonando, el suplicio había 

terminado, la diversión ya no existía.

Cabizbajos abandonaban el lugar dejando en brazos 

de una madre llorosa, un hombre torturado hasta el 

último suspiro.


Un reducido grupo de amigos de Jesús, apartados 

del lugar donde La Virgen María, observaban con 

tristeza y dolor, como su hijo yacía muerto entre sus 

brazos.

No se atrevían a romper ese dolor que les hacía 

llorar, mientras veían como acariciaba su rostro.

Solo quedaba María es esa soledad que lentamente 

sobrecogía,  al ser testigo de la muerte de su hijo.


Lentamente se fueron acercando y con suavidad, 

levantaron el inerte cuerpo y, despacio se 

encaminaron al lugar para darle sepultura.

María quedó mirando como se llevaban a su amado 

hijo. Lentamente bajó sus ojos y vio que su manto 

estaba con grandes manchas de sangre.

¡Oh, hijo! Qué tortura has padecido. Tu espalda 

quedó martirizada con los latigazos que recibiste.

La Virgen va caminando sola, por un camino 
pedregoso. Delante su hijo muerto es llevado por
sus compañeros.









León-22-1-2018
Revista El Desenclavo
Semana Santa



6 comentarios:

lua zial dijo...

MMANÍFIC

Anónimo dijo...

Magnífico relato de Semana Santa, es muy bonito


Nieves

Anónimo dijo...

Un comentario muy fragil y delicado, me ha gustado mucho


Marta

Anónimo dijo...

Un artículo lleno de dolor, como su madre la virgen lo tuvo, precioso

Marga

Anónimo dijo...

Cuando leí el artículo, no pude por menos de sentir ese dolor por lo que Jesús sufrió, es maravilloso



Yoli

Anónimo dijo...

ES algo maravilloso, describe muy bien todo el dolor de su madre




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