EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

viernes, 2 de marzo de 2018

LA ENVIDIA QUE NOS REVIENTA

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L A ENVIDIA  QUE  NOS  REVIENTA



No pude por menos que soltar una carcajada. El motivo de mi acto tan espontáneo se debía a un párrafo que estaba leyendo. Decía:  “...Dos viajeros descubren a lo lejos una extraña figura y exclama uno de ellos: ”Allí veo la envidia”. _”A España hemos llegado –responde el otro.” El libro es de Carlos Fisas y hace mención a lo escrito por Baltasar Gracián en el “Criticón”.

La fama que nos hemos ganado, no es para menos. 

La envidia que tenemos nos revienta cada minuto de 

nuestra existencia.

Nos molesta que nuestra capacidad de trabajo no 

sea valorada con todos los parabienes que 

merecemos y sin embargo, sí lo hagan con otro del 

que jamás hemos oído hablar.

Nos fastidia que Fulano ocupe un puesto que, a 

nuestro entender, no se merece. Opinamos que no 

está cualificado y el cargo estaría mejor en manos 

de Mengano, aunque  en nuestro interior, bien 

sepamos, que es más digno el primero que el 

segundo. Pero como siempre, la maldita envidia nos 

nubla la razón.

La envidia, en toda su extensión, ha sido y es, 

motivo de distintas batallas en el seno del género 

humano. Unos tenemos hacía ella más inclinación 

que otros, y basamos cada acto de nuestra vida, en 

deshacer la felicidad de nuestros semejantes, 

simplemente porque nuestro ofuscado seso gris, no 

ha sido cultivado con las semillas adecuadas, es 

decir, las de la  sinceridad.

La envidia, dicen, es más de mujer que de hombre. 

En tal caso yo bogo un poco por nosotras, ya que 

como mujer que soy, creo que nuestra  envidia es 

más leve, y se circunscribe más que nada a cosas 

tan banales que, a mí particularmente, me causan 

risa: la moda, la figura y un sinfín de 

insignificancias, que sirven de parolero entre las 

féminas dura nuestros ratos de ocio.

En los hombres, al no haber trapos ni centímetros de 

más, su envidia va por  cauces mucho más 

profundos. Los negocios y el trabajo, suelen suscitar 

en lo más recóndito de ellos ese virus, que la 

mayoría de las veces no saben destruir, y les estalla  

de forma incontrolada en palabras o hechos que 

derivan de una palabra: la envidia.


Pero, aún así, de ninguna manera quiero que se 

piense, que nosotras seamos unas santas y que 

carguemos la culpa a los hombres. Como en botica: 

hay de todo.

La envidia es un mal endémico, llames mole así, que 

siempre ha existido y que lejos de erradicarlo, cada 

día lo alimentamos más y más.

Basta cualquier cosa, para que nuestro  ego 

 envidioso explote y hagamos toda una exhibición en 

ese menester tan ruin.

¿Por qué no admitimos que somos unos envidiosos 

de tomo y lomo? Si así fuera, cuántas energías nos 

ahorraríamos.










00/2008/1318
León, 27 Febrero 1998


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé porque somos tan envidiosos, ¿qué ganamos con ello?



Nieves

Anónimo dijo...

¿Por qué siempre somos las mujeres las envidiosas? creo que hay un poco de ellas, pero si te paras a pensar, creo que hay también hombres



Adriana