EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

sábado, 8 de abril de 2017

GETSEMANÍ



             

Resultado de imagen de el caliz que le ofrecio el angel








                       GETSEMANÍ                    



         

“ABBA, PADRE, TODO TE ES POSIBLE, ALEJA

DE MÍ ESTE CÁLIZ; MAS NO SEA LO QUE YO


QUIERO, SINO LO QUE TÚ QUIERES"




Jesús, hombre como nosotros, lanzó  un grito de 

angustia y manifestó la repugnancia natural de su 

ser hacia el dolor, la humillación y la muerte. Pero 

la voluntad del Padre, era que bebiera de aquél cáliz

y Jesús lo aceptó.

En Getsemaní, Jesús oró y sufrió. La oración fue su 

único apoyo, su consuelo y su refugio. 

Se encontraba en la hora de su pasión y de su 

muerte.

“ORAD PARA QUE NO ENTREIS EN TENTACIÓN”


Les dijo a sus Apóstoles. Por tres veces se 

había acercado a ellos y les había encontrado 

dormidos. La fatiga de una jornada llena de 

hechos cargados de emoción, se había unido a 

los trágicos acontecimientos que ellos intuían 

inevitables. Jesús les había invitado 

insistentemente a la oración, ante la difícil 

misión que les esperaba.

 

“VED AQUÍ, QUE YA SE ACERCA LA HORA, Y EL 

HIJO DEL HOMBRE  VA A SER ENTREGADO EN 

                MANOS DE PECADORES”



Les dijo a sus discípulos, pues se cercaba la 

hora de la amargura, de la tristeza, del 

abandono y el sufrimiento. El cáliz no podía ser 

bebido sin sacrificio.

    
    
“SI ERA POSIBLE, PASARA DE ÉL AQUÉL CÁLIZ”


Suplicó al sentir el temor y la angustia. El 

sufrimiento cruel y el estado de extenuación de 

su cuerpo, hizo que sudara gotas de sangre.

La agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní, 

manifiesta su extraordinaria capacidad de sufrimiento

y de dolor.

¡Qué lejos estamos nosotros de soportar el más 

mínimo dolor! Nos acobarda, nos aterra el saber 

o percibir que algo falla en nuestro cuerpo. 

Nuestra fragilidad la notamos cuando se 

manifiesta y es tal el temor que nos infunde 

pensar en el sufrimiento que nos espera, que la 

mayoría de las personas regresamos a esa fe 

perdida, esperando que Dios sea generoso y 

aleje de nosotros ese cáliz que tanto nos amarga.


Cuando vemos que no obtenemos ese privilegio, 

nos desmoralizamos y somos incapaces de ver o 

sentir en lo más profundo de nuestro ser, que es 

una de las muchas pruebas que Él nos envía. En 

vez de aceptarlo, nos revolvemos y hasta 

maldecimos su Nombre. No admitimos bajo 

ningún concepto, haber sido engañados por 

alguien que nos da, lo que no deseamos.


Buscamos el consuelo en la familia o en los 

amigos, pero esto rara vez nos lo pueden dar. 

Saben que el dolor y el sufrimiento es algo que 

jamás se puede eludir.




En resumen: Nunca seremos capaces de aceptar el 

beber de ese cáliz porque nuestra fe se está 

perdiendo. Carecemos de esos valores espirituales 

que no restan ni un ápice a nuestra integridad y sí 

nos ayudan a poder afrontar nuestro destino.











R.P.00/2011/3021

León 15, Enero 1998


4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡PRECIOSA!!!


Carla

Anónimo dijo...

Los artículos de Semana Santa, son siempre muy emotivos



Maura

Anónimo dijo...

La Semana Santa nos avisa de que todos los creyentes pensemos en que todo en esta vida acaba, seamos justos



Josefina

Anónimo dijo...

Un artículo muy emotivo y reflesivo


Rafael