El otro día, acompañé a una persona a un centro
hospitalario, ya que tenía que hacerse varias
pruebas y análisis. La espera fue larga y durante ese
tiempo pude constatar que, todos los que allí
acuden por una causa o por otras, automáticamente
pierden su orgullo y en sus rostros aflora la
angustia, el miedo y la soledad.
hospitalario, ya que tenía que hacerse varias
pruebas y análisis. La espera fue larga y durante ese
tiempo pude constatar que, todos los que allí
acuden por una causa o por otras, automáticamente
pierden su orgullo y en sus rostros aflora la
angustia, el miedo y la soledad.
En ese largo tiempo de espera me dediqué a
observar a las personas que allí estaban y una de
las cosas que más llamó mi atención fue, que tanto l
os más jóvenes, como los de más edad, exhibían en
sus rostros, casi sin darse cuenta, la lógica
preocupación de tener que acudir a ese centro.
Poco a poco, las verdades ocultas salían a flote y los
que momentos antes de entrar eran seres altivos, se
iban transformando en débiles mortales.
Habían nacido con un cuerpo que albergaba una
fantástica máquina, única en su género. Pero ya
fuera por causas ajenas o bien, por excesos y
abusos en sus funciones, esa maravillosa máquina,
empezaba a fallar y se manifestaba en diversas
protestas que les llevaba a visitar el centro
hospitalario con cierta suspicacia.
Mis ojos escrutaban los rostros de las personas que
esperaban a entrar en la consulta y generalizando
deduje, que cuando el cuerpo lanza ese aviso de que
algo anda mal, todos los seres humanos vuelven a
sus orígenes es decir, a su condición de débiles
mortales en la cual, las enfermedades no hacen
distinción alguna entre pobres y ricos, puesto que
todos provenimos de una misma raíz.
esperaban a entrar en la consulta y generalizando
deduje, que cuando el cuerpo lanza ese aviso de que
algo anda mal, todos los seres humanos vuelven a
sus orígenes es decir, a su condición de débiles
mortales en la cual, las enfermedades no hacen
distinción alguna entre pobres y ricos, puesto que
todos provenimos de una misma raíz.
Unos junto a otros, estaban sentados esperando ser
llamados y por una vez, creo que lo único que les
diferenciaba, era su ropa y forma de comportarse.
En esos momentos cruciales es cuando uno se da
cuenta que el dinero no lo es todo; puede ayudar a
una mejor atención, pero nada más.
Todos hemos nacido bajo el estigma de la
mortalidad y allí nos hemos de encontrar.
8 comentarios:
Es un buen artículo, pues la verdad, todos somos humanos
Carlota
Hay que estar en la piel de la persona enferma y saber todo
Fede
Me gusta la forma de escribir lo que está ahí
Pablo
Generalmente consideramos que ir al doctor o recibir algún tipo de tratamiento médico son un bien universal y poco nos preocupamos de las consecuencias o efectos secundarios que estos tratamientos pueden tener.
Pero según cifras publicadas en The Journal of American Medicine, el tratamiento constituye la tercerca causa más frecuente de muerte en Estados Unidos.
Asimismo, las drogas preescritas por doctores cuasan más muertes por sobredosis que drogas ilegales como la heroína y la cocaína.
Este envenenamiento de la industria médica ha sido denunciado por prestigiosos médicos, como el premio Nobel Thomas Steitz quien acusó a las farmaceúticas de retirar medicamentos que curan o el también Premio Nobel Richard J. Roberts quien denunció que las farmacéuticas no desarrollan medicamentos que curan porque no son rentables y buscan, en cambio, la cronicidad de las enfermedades.
jav
Cuando uno tiene que acudir al médico, la verdad que sí se piensa en todo lo peor
Maura
Dichosa las personas que nunca van al médico, la salud es algo que tenemos que cuidar
Mercedes
Un artículo muy bien dicho, todos somos huamnos
Sabine B.
Eso de ir al médico no gusta nada sobre todo, si intuyes que algo falla
Angelina
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