“Un
martes de carnaval,
de gitana me vestí y
en un gran salón de baile
a mi novio
perseguí"
No, no
me vestí de gitana como dice la canción, aunque siempre he soñado con hacerlo.
Una gitana cingara morena, de ojos
brillantes con una mirada profunda y llena de encanto. El pelo largo, ondulado y negro. Boca sensual de labios frescos y prestos a besar. Hermosa, misteriosa, que me movía con la
elegancia de una Hurí al compás de una música llena de notas vibrantes, que
cimbreara el cuerpo con movimientos de lujuria.
Buscar en el salón de baile entre los hermosos danzantes con sus
vistosas vestiduras de época a mi gran
amor. Echar la buenaventura en manos
finas, de largos dedos y dejar volar mi fantasía en sorprendentes
vaticinios. Repartir la suerte en los amores no correspondidos, con ese beso tan ansiado y que tanto se
desea. Dejarme abrazar, sentir mi corazón palpitar, cerrar los ojos y no desear
más.
Los
carnavales se hicieron para dar rienda suelta a nuestros más
oscuros y ocultos deseos.
Tergiversamos todo. Nuestro
comportamiento es desconocido para los de fuera y para nosotros mismos.
Aparcamos en el lugar mas lejano nuestra educación, nuestra personalidad y por esa fecha
¡zas! Nos vestimos de eso que está latente en lo más profundo. Es carnaval, decimos,
para justificar tal cambio.
Hay
carnavales para todos los gustos. Unos suntuosos como los de Venecia. En esos
días personas anónimas, se transforman en personajes llenos de secreto tras la
máscara más hermosa y, con un fastuoso ropaje. El encanto que desprenden, no
nos dejan indiferentes ¿Quién no se ha sentido fascinado al ver una mujer
pasar, con ese halo de misterio escondida tras esa máscara? ¿Cómo es? ¿Qué
oculta? –nos preguntamos. Luego, están los de siempre; tradicionales en cantidad
de pueblos y ciudades.
Además
de reírme por la fantasía y variedad que
hay, admiro la franqueza que mucha gente demuestra al cambiar su ropa, aunque sea
carnaval.
Si nos
detenemos a pensarlo, veremos que todo aflora en nosotros de la forma más
normal. Los disfraces que esos días nos
ponemos, son en realidad como quisiéramos ser, aunque discrepemos de forma
rotunda en tal afirmación.
¿Quién
no ha deseado disfrazarse de una persona importante, aunque en realidad es un
don nadie? De bruja, con la escoba barriendo toda inmundicia que han cosechado
los que rigen el mundo. De hermosa dama, enamorando a los ricos. Ser un pirata
y asaltar los bancos repletos de billetes.
Dar
caña con la murga a los políticos con chanzas a sus promesas no cumplidas y un
largo etc…
La
imaginación de algunas personas es fabulosa.
Me gusta el carnaval. Son días de jolgorio, risas, sana alegría.
Olvidamos nuestros malos momentos, fracasos...
Un
Martes de Carnaval, seguí esperando ese amor que no encontré en el salón de
baile. No era mi día.
R.P.intelectual
oo/2008/1319
León-13-2-2001
8 comentarios:
Los carnavales... días de mucho misterio, amor y pasarlo bien
Carla
muy bien planteado y muy picaresco
Patricia
Es un buen artículo dado las fechas, muy logrado
Angelina
Tienes mucha imaginación para los personajes
Pablo
¡Qué artículo tan lleno de misterio! me encanta leerlo
María M.
Los carnavales son fechas para decir lo que nunca harías
Fedora
Me gusta como describes el carnaval, gracias
Tony
Ese baile de carnaval debía ser muy especial, como todos
Carmen
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