EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

miércoles, 1 de mayo de 2013

UN SUEÑO LATENTE


                                     ARCO DE LA CÁRCEL


Hoy he vuelto a soñar. Muchos de vosotros pensaréis:

_¡Qué bobada! Eso es normal, lo hacemos todos.

Estoy de acuerdo, puesto que el soñar, es algo necesario para descargar toda la tensión acumulada del día.

“Cuando sueña, el hombre regresa al estado natural y vuelve a sus orígenes

Esto al menos, dice HANNS KURTH, en su “Diccionario de los sueños”

Según los psicólogos: “Los sueños no son innatos, sino la adquisición de un

aprendizaje cultural, no un patrimonio ancestral”.

Como dice FREU: “El sueño utiliza como elementos básicos pensamientos

latentes que obnubilan nuestra conciencia y que corresponden a deseos

normalmente reprimidos”


Pues bien, después de estas pequeñas explicaciones paso a contaros con lo

que sueño desde hace unos años: la cárcel vieja. A veces, me encuentro

fuera, mirándola; observando su estructura y las pequeñas ventanas. Otras,

estoy a la entrada y veo escaleras y puertas. E incluso, me he visto viviendo

dentro, no en calidad de presa. Ni en una celda, sino más bien, en pequeñas

casas que hay en el patio. Alucinante ¿verdad?


Yo he vivido muy cerca de ese siniestro edificio. Cuando era una niña, junto

con una panda de críos, jugábamos por sus escaleras y nos subíamos a un

árbol que había en el centro de dichas escaleras, por fuera. Los guardias que

allí estaban, nos reñían y nos decían que nos fuéramos.

Siempre que traían un preso, no sé cómo nos las arreglábamos, pero siempre

lo sabíamos. Asustados y con mucho miedo, observábamos al reo bajar del

coche cedular esposado y entrar en el que sería su nuevo hogar

Otra de las cosas que más recuerdo, es el ruido que hacían al pasar un hierro

por los barrotes de las ventanas. Los mayores decían, que era para saber si

alguno de esos barrotes estaba roto y el preso intentaba escapar ¡Dios mío!,

si así fuera, creo que debía de ser un intento harto difícil, pues sus altos y

gruesos muros, serían una barrera infranqueable. Claro que, un hombre

desesperado, no creo que piense mucho en esas contrariedades.



Cuando estaba en la escuela Ponce de

León, el reloj de la cárcel medía

nuestras vidas. Sus campanadas,

anunciaban las horas que aún nos

quedaban para salir, bien al patio a jugar,

o para irnos a casa. Ese reloj,  debió de

ser en algún momento o siempre,  más que odioso para los reclusos.

El sonido de su campana, acortaba las horas de los que esperaban el suplicio

o la muerte. Y para algunos pocos, la hora de su libertad.


¿Cuántas historias de barbarie, sufrimiento y tristeza guardan sus muros? No

lo sé, aunque me imagino que muchas. Si las piedras pudieran hablar, ¿qué

nos contarían? ¿Cuántos gemidos y lágrimas habrán quedado impresos en

ellas? Siempre que paso por allí, no puedo por menos de mirar sus altos

muros, sus pequeñísimas ventanas y sin querer, mi pensamiento queda

prendido en los cientos de seres que pasaron por allí, en los que jamás

salieron y lo terrible que debió de ser para ellos el estar privados de esa

libertad, de esa vida que a diario podían ver a través de los barrotes.

Siempre he pensado, que las cárceles no debían existir. Ningún ser humano

tiene que ser privado de su libertad. Pero desgraciadamente, existen.


Hoy, cuando miro el gris edificio, mi corazón encuentra cierta alegría al ver

las altivas cigüeñas que, desde hace poco tiempo, se han instalado en sus

alturas dando a sus viejas y doloridas piedras, todo un símbolo de vida.

Nunca he estado dentro de la cárcel. Mi gran deseo de verla por dentro,

conocer hasta el último detalle de ella, no ha sido posible. No creo que este

deseo mío, haya sido la causa de mis sueños, porque éstos nunca ocuparon

mi mente durante los años que más cerca estuve de ella, sino que lo han

hecho muchos años después. Tal vez, -pienso con desazón- en alguna vida

pasada sí estuve presa, porque: “En estado de conciencia liberada, emergen

del subconsciente y se expresan en el lenguaje simbólico de los sueños”

En fin, que como dice un viejo proverbio:

“Si no hay que vivir para soñar, sí es necesario soñar para vivir”




 






R.P.00/2008/1320

León 6- 2- 1996






11 comentarios:

Arantxa dijo...

Q bonito Luisina!!!
q impresión causaría a esos niños, el momento de la llegada de un nuevo preso, lo q imaginarían q pasaría ahí dentro....
Desde ahora cuando pase por allí, entraré tb en tus recuerdos...
Un beso
Arantxa

Anónimo dijo...


Son recuerdos que siempre estarán ahí, un saludo

Javier A.

Anónimo dijo...


En la niñez todo cuánto se ve, queda reflejado en algún rincón de la memoria
Carla

Anónimo dijo...



Es algo que quieras o no, de alguna forma lo extráes a la luz, me gusta mucho
Mª Asunción

Anónimo dijo...


Todos los recuerdos buenos o malos, algún día hay que exponerlos
Tere C.

Anónimo dijo...


Hay cosas que jamás se olvidan.
Chencho Ch.

Anónimo dijo...


Algo patético el relato, aunque realidad en algunos pasajes.
De todas las formas, reconozco y felicito tu trabajo a la vez que te deseo "dulces sueños"
Un abrazo
Pablo

Anónimo dijo...


Para ti, cuando el reloj daba las horas, era tiempo de salir a jugar e irte a casa.
Para los presos esas campanadas, eran horas menos para salir o, para el tiempo que les quedaba de vida. Patético
Francisco

Anónimo dijo...


Me gusta el enfoque que haces desde tu punto de vista
Raqué L.

Anónimo dijo...


El relato que nos muestras de tu infancia, es realmente claro de lo que tus ojos vieron. Espero que nunca hayas estado presa!
Un beso
Alicia V.

javier dijo...

Según un diccionario de sueños que he encontrado por Internet, si uno sueña que está viviendo en la cárcel, representa que se siente asfixiado y atrapado en su vida actual, que sufre demasiadas limitaciones que le oprimen y le asfixian. También podría significar que, si no se centra en el trabajo o en lo que hace, corre el riesgo de cometer un gran error.

Por otro lado escribes: "Ningún ser humano tiene que ser privado de su libertad." Si fuera así, ¿que tendríamos que hacer con las personas que nos privan a los demás de la libertad, de las propiedades y de la vida? ¿Que sigan libres y sigan cometiendo sus fechorías?
Un abrazo