ARCO DE LA CÁRCEL
Hoy he vuelto a soñar. Muchos de vosotros pensaréis:
_¡Qué bobada! Eso es normal, lo hacemos todos.
Estoy de acuerdo, puesto que el soñar, es algo necesario para descargar toda la tensión acumulada del día.
“Cuando sueña, el hombre regresa al estado natural y vuelve a sus orígenes”
Esto al menos, dice HANNS KURTH, en su “Diccionario de los sueños”
Según los psicólogos: “Los sueños no son innatos, sino la adquisición de un
aprendizaje cultural, no un patrimonio ancestral”.
Como dice FREU: “El sueño utiliza como elementos básicos pensamientos
latentes que obnubilan nuestra conciencia y que corresponden a deseos
normalmente reprimidos”
Pues bien, después de estas pequeñas explicaciones paso a contaros con lo
que sueño desde hace unos años: la cárcel vieja. A veces, me encuentro
fuera, mirándola; observando su estructura y las pequeñas ventanas. Otras,
estoy a la entrada y veo escaleras y puertas. E incluso, me he visto viviendo
dentro, no en calidad de presa. Ni en una celda, sino más bien, en pequeñas
casas que hay en el patio. Alucinante ¿verdad?
Yo he vivido muy cerca de ese siniestro edificio. Cuando era una niña, junto
con una panda de críos, jugábamos por sus escaleras y nos subíamos a un
árbol que había en el centro de dichas escaleras, por fuera. Los guardias que
allí estaban, nos reñían y nos decían que nos fuéramos.
Siempre que traían un preso, no sé cómo nos las arreglábamos, pero siempre
lo sabíamos. Asustados y con mucho miedo, observábamos al reo bajar del
coche cedular esposado y entrar en el que sería su nuevo hogar
Otra de las cosas que más recuerdo, es el ruido que hacían al pasar un hierro
por los barrotes de las ventanas. Los mayores decían, que era para saber si
alguno de esos barrotes estaba roto y el preso intentaba escapar ¡Dios mío!,
si así fuera, creo que debía de ser un intento harto difícil, pues sus altos y
gruesos muros, serían una barrera infranqueable. Claro que, un hombre
desesperado, no creo que piense mucho en esas contrariedades.
Cuando estaba en la escuela Ponce de
León, el reloj de la cárcel medía
nuestras vidas. Sus campanadas,
anunciaban las horas que aún nos
quedaban para salir, bien al patio a jugar,
o para irnos a casa. Ese reloj, debió de
ser en algún momento o siempre, más que odioso para los reclusos.
El sonido de su campana, acortaba las horas de los que esperaban el suplicio
o la muerte. Y para algunos pocos, la hora de su libertad.
¿Cuántas historias de barbarie, sufrimiento y tristeza guardan sus muros? No
lo sé, aunque me imagino que muchas. Si las piedras pudieran hablar, ¿qué
nos contarían? ¿Cuántos gemidos y lágrimas habrán quedado impresos en
ellas? Siempre que paso por allí, no puedo por menos de mirar sus altos
muros, sus pequeñísimas ventanas y sin querer, mi pensamiento queda
prendido en los cientos de seres que pasaron por allí, en los que jamás
salieron y lo terrible que debió de ser para ellos el estar privados de esa
libertad, de esa vida que a diario podían ver a través de los barrotes.
Siempre he pensado, que las cárceles no debían existir. Ningún ser humano
tiene que ser privado de su libertad. Pero desgraciadamente, existen.
Hoy, cuando miro el gris edificio, mi corazón encuentra cierta alegría al ver
las altivas cigüeñas que, desde hace poco tiempo, se han instalado en sus
alturas dando a sus viejas y doloridas piedras, todo un símbolo de vida.
Nunca he estado dentro de la cárcel. Mi gran deseo de verla por dentro,
conocer hasta el último detalle de ella, no ha sido posible. No creo que este
deseo mío, haya sido la causa de mis sueños, porque éstos nunca ocuparon
mi mente durante los años que más cerca estuve de ella, sino que lo han
hecho muchos años después. Tal vez, -pienso con desazón- en alguna vida
pasada sí estuve presa, porque: “En estado de conciencia liberada, emergen
del subconsciente y se expresan en el lenguaje simbólico de los sueños”
En fin, que como dice un viejo proverbio:
“Si no hay que vivir para soñar, sí es necesario soñar para vivir”
R.P.00/2008/1320
León 6- 2- 1996
11 comentarios:
Q bonito Luisina!!!
q impresión causaría a esos niños, el momento de la llegada de un nuevo preso, lo q imaginarían q pasaría ahí dentro....
Desde ahora cuando pase por allí, entraré tb en tus recuerdos...
Un beso
Arantxa
Son recuerdos que siempre estarán ahí, un saludo
Javier A.
En la niñez todo cuánto se ve, queda reflejado en algún rincón de la memoria
Carla
Es algo que quieras o no, de alguna forma lo extráes a la luz, me gusta mucho
Mª Asunción
Todos los recuerdos buenos o malos, algún día hay que exponerlos
Tere C.
Hay cosas que jamás se olvidan.
Chencho Ch.
Algo patético el relato, aunque realidad en algunos pasajes.
De todas las formas, reconozco y felicito tu trabajo a la vez que te deseo "dulces sueños"
Un abrazo
Pablo
Para ti, cuando el reloj daba las horas, era tiempo de salir a jugar e irte a casa.
Para los presos esas campanadas, eran horas menos para salir o, para el tiempo que les quedaba de vida. Patético
Francisco
Me gusta el enfoque que haces desde tu punto de vista
Raqué L.
El relato que nos muestras de tu infancia, es realmente claro de lo que tus ojos vieron. Espero que nunca hayas estado presa!
Un beso
Alicia V.
Según un diccionario de sueños que he encontrado por Internet, si uno sueña que está viviendo en la cárcel, representa que se siente asfixiado y atrapado en su vida actual, que sufre demasiadas limitaciones que le oprimen y le asfixian. También podría significar que, si no se centra en el trabajo o en lo que hace, corre el riesgo de cometer un gran error.
Por otro lado escribes: "Ningún ser humano tiene que ser privado de su libertad." Si fuera así, ¿que tendríamos que hacer con las personas que nos privan a los demás de la libertad, de las propiedades y de la vida? ¿Que sigan libres y sigan cometiendo sus fechorías?
Un abrazo
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