EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

sábado, 21 de diciembre de 2019

HA NACIDO UN NIÑO




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¡¡¡  HA  NACIDO  UN   NIÑO ¡!!






Hacía un frío intenso. La nieve caída 

durante la noche se amontonaba en 

pequeños montículos en la zona 

sombría. Apenas había gente y la poca 

que se veía, estaba más que aterida ya 

que constantemente, apretaba contra 

el cuerpo las prendas que les  

protegían. Yo no tenía frío, la euforia 


que sentía  me producía un efecto más 

que agradable. Los pasos eran 

desiguales y más de una vez daba un 

resbalón. El equilibrio estaba lejos de 

ser mi aliado.

Estaba contento y bastante achispado. 

Regresaba de una de las muchas 

reuniones que había  por esas fechas y 

en la cual, no se había puesto coto a la 

bebida. El resultado lo estaba 

comprobando en el caminar inseguro.

-“Un día es un día” –me dije-, voy a ir 

despacio para no caerme y así tardaré 


algo. No deseo que me vean así”

Di un rodeo y mal que bien, entré en 

una pequeña calle mal iluminada, con 


bolsas de basura cubiertas de nieve.

Intenté ir tanteando el suelo antes de 

pisarlo ya que, la nieve caída en la 

noche era un manto blanco sin ninguna 

marca. Tan abstraído iba mirando el 

suelo que di un traspiés cuando el 

silencio fue rasgado por un grito 

lastimero. Me paré y alzando la vista, 

vi hacía la mitad de la calle, un bulto 

que se apoyaba en la pared. Como 

pude llegué y comprobé que era una 

mujer y que estaba a punto de parir. 

Me agaché y traté de darle los ánimos 

que necesitaba.

-Por favor señor. ¡ayúdeme! Mi hijo 

quiere nacer.

Busqué el móvil en el bolsillo y marqué 

la  ayuda. A los pocos minutos la sirena 

de la ambulancia rompió la quietud de 

la blanca noche. Cuando arrancó  y se 

iba calle abajo, me quedé mirando la 

luz parpadeante que se alejaba cada 

vez  más.

Poco a poco en mi mente cobró forma 

lo que sucedió en pocos minutos. Había 

sido testigo de un nacimiento y  no 

había dudado ni un momento en 

prestar auxilio a la mujer.¡Qué pasada! 

me dije en tono ufano y recogiendo la 

cazadora que había servido para 

proteger a la mujer  comenzó a correr.

_¡Ha nacido un niño! Grité con fuerza.

-Ya lo sé –me contestó una mujer  que 

se casi  se dio de bruces conmigo, 

mientras trataba de no caerse.

_Jesús ha nacido y es noche de Paz –

dijo con gran alegría la mujer  

dándome un beso.
_
No sé señora como se llama, pero yo 

he estado a su lado hasta que nació.

_¡¡¡Imposible!!!

_
¡Qué si señora! Una ambulancia se la 

ha llevado al hospital, les he llamado yo.

¡¡¡Ha nacido un  niño! iba gritando, 

mientras corría

_
Bendito sea –musitó la señora 

santiguándose.













R.P. intelectual 002011/3021


León 18-9-2008

 


lunes, 9 de diciembre de 2019

BELÉN



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                              BELÉN



“Hace muchos años,  en Belén de Judea, nació un 

niño al que sus padres llamaron Jesús. Era una 

noche fría, y al no encontrar cobijo en ningún 

sitio debido a la cantidad de gente que había 

llegado para empadronarse, se refugiaron en un 

establo dado la proximidad del parto. Cuando 

nació, su madre lo envolvió con pañales y 

amorosamente lo acostó entre las pajas. Una mula 

y un buey, daban calor al ser más hermoso que el 

padre había creado”.

Así podría comenzar esta narración tan 

maravillosa de algo que sucedió hace casi dos 

milenios. Fue el acontecimiento más notable en la 

historia del género humano.

Han pasado muchos años y hoy, nosotros, 

tratamos de hacer patente ese hecho con la 

imaginación. Construimos la pequeña aldea de 

Belén y elegimos un lugar destacado para poner 

el misterio más grandioso.


Todos estamos felices por conmemorar este 

nacimiento que ya es historia; pero no nos 

engañemos: sabemos, hoy mejor  que nunca 

debido a los medios de comunicación, que en el 

mundo nacen muchísimos niños no deseados, no 

amados, que no tendrán jamás el regazo de una 

madre que les dé su amor como María lo dio a su 

hijo Jesús.

En este   mundo tan lleno de egoísmo, anteponen 

lo material a algo tan hermoso como  el 

 nacimiento  de un niño. Anulamos el sentimiento 

de ese amor que late en lo más profundo de 

nuestro ser, no importándonos en absoluto nada 

que no sea una felicidad ficticia.

Estamos en Navidad, una fecha clave para 

mostrar todo nuestro amor hacia los más 

desprotegidos. Nacerán muchos niños que sólo 

aspiran a tener el cariño de una madre, y mientras 

que unos lo conseguirán, otros por el contrario, 

jamás sabrán  qué es eso.

Preparemos el pesebre y gocemos de ese don que 

sólo nosotras tenemos: ser madres.













León,  9  Octubre  1997








viernes, 6 de diciembre de 2019

CUANDO LA TIERRA DUERME



                  


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  C U A N D O    L A    T I E R R A    D U E R M E




“No la despiertes.  Déjala dormir. Necesita descansar, está 

agotada. Mimala, ámala, ella será tu último refugio cuando 

digas adiós”

-¿Por qué te enfadas así?

-No estoy enfadada.

-Entonces, ¿por qué machacas así la tierra con esa piedra?
-Lo hago para ahogar mi rabia.
-Ves cómo estás enfadada. No deberías hacer eso.
-Cuál, ¿machacar la tierra?
-Sí.
-¿Por qué? No sufre, no sangra, no llora, no grita.
-Eso crees tú. La tierra está tan viva como tú y yo.
-Ya no soy una cría. Soy una mujer.
-También lo soy yo, pero  nunca olvidaré las palabras  que un día me dijo  mi abuela cuando yo era  una niña y, al igual que tú, descargaba mi furia contra la tierra a patadas.

“No la despiertes...”
Sus palabras, me abrieron a un mundo desconocido y hermoso. Me hizo caminar descalza para que mi piel tomara contacto con ella. Que supiera de su aspereza,  su blandura. En mis manos depositó un puñado de ella. “Cierra los ojos, me dijo, y trata de oír lo que te dice”.
Estaba triste, bajo ella había mucho sufrimiento. Ni los cálidos rayos de sol, ni las bellas flores que había, eran suficiente motivo para que olvidara, que en sus entrañas, miles y miles de cuerpos habían encontrado su final en una guerra sin fundamento alguno como
 lo son todas las guerras.
Desconcertada, dejé que se escurriera entre mis dedos.

“Déjala dormir...”

-“Tienes que respetarla. Está viva y vive para que tú 

puedas vivir. Ella sufre cuando la maltratamos. Nos ha 

dado todo cuanto le pedimos y nunca se queja de nuestro 

desmedido pedigüeño. No seamos tan injustos con ella 

cuando todo su esplendor decaiga, desaparezca, es tiempo 

de arroparla y esperar su nuevo despertar”.

“Necesita descansar...”

-Durante meses y meses, luchó contra La Naturaleza, que 

le regaló de todo. La abrasó, secó y resquebrajó. La mojó 

tanto, que incluso a veces la inundó. Cuando se preparaba 

para su letargo, el frío y la escarcha, hicieron que su 

desolación fuera más triste. Pero ella, siempre fiel a esa 

humanidad que la cuida, pese a todos esos sinsabores que 

soportó, nos alimentó y vistió sus mejores galas en honor a 

unos seres, que la mayoría de las veces, no lo merecemos.

“Está agotada...”

-Siéntate a mi lado.

Junté mi pequeño cuerpo al lado del suyo. Su cálido abrazo 

envolvió mi pequeñez.
-“Mira lo que pisas”.

Sus manos añosas, pero llenas de fuerza, tomaron una 

tierra seca, desvaída, que se apretujaba en pequeños 

terrones para darse un aliento que los días iba acortando.

-“Ya no está firme, ni presta como meses atrás. Su 

cansancio  junto a su sequedad, hace que parezca muerta. 

No lo está. Cuando la tierra duerme, nos invita a su 
descanso y nosotros sabedores de todo su esfuerzo, lucha y 

paciencia, la dejamos dormir. Lo merece. No la pidas ahora, lo que tan generosamente nos dio en su tiempo”.

¡Mímala! ¡Ámala!


-“Lo mismo que amas a tus padres, ámala a ella. Cuando 

naciste, ya estaba aquí. Recibió tus primeros pasos, tus 

juegos y también, tu rabia cuando algo te salía mal.

Alguna vez, sentiste su mordedura dolorosa en las rodillas. 

Está viva y muestra de vez en cuando su enfado.

Aprende a mimarla. Dala todo lo que necesita. No es muy 

exigente y, ¡te lo agradece tanto! Niña mía, eres aún muy 

pequeña quizá para entender todo esto que te estoy 

diciendo, pero creo que es ahora cuando mejor se entiende 

todo.

A mí, nadie me enseñó  lo que te estoy diciendo, cuando 

tenía tu edad. Pero yo nací a su lado. Corrí como un 

cervatillo, libre, descalza sobre ella  aprendí mucho. Su olor 

cuando es mojada por la lluvia, no tiene igual. Es limpio, 

fresco, como un bebé  después de su baño.

Ella fue testigo de mi primer amor. Los besos y caricias 

que mi ardoroso cuerpo recibía, la tierra era nuestro lecho, 

soportó con callada envidia, todas esas sensaciones que 

estremecían todo mi ser”.

“Ella será tu último refugio cuando digas adiós”

-“Cariño, en ésta vida todo lo que nace muere. La muerte es 

algo a lo que jamás podremos sustraernos. Es una cita 

ineludible a la que todos debemos acudir y ella, la tierra 

húmeda, seca, apelmazada o suelta, te tomará, te abrazará 

y juntas os fundiréis hasta que formes parte de ella. La 


tierra nos recoge a todos. No es racista, ni entiende de 

dogmas”.

-Tu abuela debió de ser una mujer maravillosa. Sensible y 

fuerte a la vez
-Eso pienso yo. Tenía unos conceptos muy claros de la 

vida. Sabía cómo enfrentarse a ella. Fue la mejor maestra 

que tuve. Todo lo que me dijo y enseñó, quedó muy 

grabado en mí. Así que ya sabes: “No la despiertes, déjala 

dormir...





r.p. 00/2008/1315
León 12 5- 1998