A UN ÁRBOL
Le miré con gesto desafiante, ya no me imponía
como meses atrás.
como meses atrás.
Estaba solo, triste y feo en su desnudez. Ráfagas
de aire le habían estado despojando lentamente
de sus hojas y mostraba sus cicatrices sin pudor
alguno.
Hojas grandes, verdes de fino tacto,
habían sido
su vestimenta durante meses.
su vestimenta durante meses.
Compañero en las tardes primaverales de jóvenes
enamorados. Confidente mudo de palabras,
susurros y besos robados.
Amigo fiel en días calurosos, dando sombra y
cobijo a los ancianos que huían de un calor que
derretía sus débiles cuerpos.
Me acerqué y en un gesto de cariño, abracé su
rugoso y áspero contorno.
Quería transmitirle el calor que no tenía, vivificar
sus ramas para que volviese a ser ese imponente
árbol que daba sombra y ser fiel amigo de
secretos.
R.P. intelectual 00/2011021
León 18 Octubre 2007
5 comentarios:
Los árboles siempre han sido amigos nuestros, nos dan lo que necesitamos
Nuria
Un árbol está en cada momento que lo necesitamos,
Fernando
¿Cuántas veces nos sentamos en verano a la sombra de un árbol? Él está allí para acompañarnos
en nuestro descanso
Sofía
Cuántas veces a lo largo del tiempo, ellos están ahí sin pedir nada, solamente darnos la paz de su sombra
Tomás
¿Cuántos secretos guardas en tu interior? más de los que nadie pueda imaginar
Raquel
Publicar un comentario