EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

martes, 13 de agosto de 2019

PASO OBLIGADO


     
    
                            Resultado de imagen de paso obligatorio






               PASO  OBLIGADO


¿Adónde van? ¿Qué piensan? ¿Tienen 

problemas? ¿Son felices?  Estas preguntas me 

las hacía sentada en un banco, mientras 

examinaba  a las personas que, paradas no muy 

lejos de mí, esperaban poder cruzar la calle por 

un paso de peatones.


Cuando la luz verde se encendía, pasaban rápida o 

lentamente y se perdían de mi vista. Era gente 

normal y corriente que por una causa u otra, 

transitaba por esa zona. En el poco tiempo que allí 

permanecí, me entretuve en analizar a mi aire, lo 

que reflejaba cada uno de sus semblantes.

Una señora de mediana edad, con una bolsa en 

cada mano, inició sus pasos. Iba muy  pensativa. 

Durante los pocos metros que le separaban de la 

otra acera, mantuvo su vista baja.


Concentrada en lo que bullía  por su mente, no 

reparaba en nada que no fuera lo que la mantenía 

tan ensimismada. Tal vez tenga problemas de índole 

monetario –me dije o quizás, la causa resida en algo 

más personal.

Un hombre bastante mayor, hizo que le prestara 

toda mi atención. Encorvado, apoyaba su 

endeble cuerpo sobre un bastón.





Despacio, y mirando de soslayo a ambos lados, 

como si temiera ser embestido por algún coche, 

comenzó su periplo. Apenas levantaba los pies del 

suelo, y su paso titubeante me hizo presagiar que la 

luz verde del semáforo, cambiaría antes de que 

llegase al otro lado.
Observé su figura decadente. Los años no perdonan 

–pensé-. Ese cuerpo años atrás, había estado lleno 

de energía y hoy apenas podía tenerse en pie.

¿Cuál era su meta? ¿Hacía dónde iba? ¿Le estaba 

esperando alguien?

La joven, con paso firme y decidido, hizo que 

reparara en ella. Su amplia sonrisa daba a 

entender lo feliz que se encontraba y su airoso 

caminar, eclipsaba todo lo que le rodeaba.  Era 

muy guapa y consciente de ello, regalaba su don 

de la mejor forma que sabía: mostrando su 

encanto.

¿Qué le hacía tan dichosa? –me pregunté- ¿El 

saberse hermosa? Cuando pasó muy cerca de mí, 

fijé mis ojos en los de ella y creo que encontré 

la respuesta: estaba enamorada y era correspondida.


El muchacho que atravesaba ahora el paso, iba muy 

pensativo. Sus manos las metía hasta el fondo de los 

bolsillos del pantalón. De vez en cuando, miraba 

mecánicamente. Se le notaba una gran 

preocupación. Algo anda mal –noté. Advertí  que a 

pesar de su juventud, su rostro iba más en 

consonancia con una madurez impropia de su edad.

“Olvídate de todo y disfruta del día. Estas horas 

jamás volverán y debes sacar el mayor provecho de 

ellas. No dejes que se pierdan” –murmuré mientras 

mis ojos seguían sus rápidos pasos.

Cuando abandonaba mi observatorio, un grupo 

de niños con sus enormes mochilas a la espalda, 

se pararon ante la luz roja. Sus risas y voces, 

hicieron que les mirara de pasada.

-“Gracias a Dios, éstos no tienen aún de qué 

preocuparse. La vida les sonríe y sus problemas, son 

por ahora, una pequeñez. Que su ansia de ser 

mayores, no les robe nunca la niñez”










R.P.00/2008/1319
León, 18 Mayo 1998




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Caminamos todos los días y muchos, sin rumbo fijo


Julia

Anónimo dijo...

Pensar cómo son los pensamientos que las personas que pasan a tu lado, es motivo de intuir que no son nada buenos



Belen

Anónimo dijo...

Hay que ser muy positivos y ver lo que los años nos pueden deparar



Julian

Anónimo dijo...

Todo lo que en esta vida se haga, debe ser el bien para toda la gente



Carmen