EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

domingo, 22 de abril de 2018

ARACNE


                                                
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                                     ARACNE


Era una muchacha lidia, instruida en el arte de tejer 

por Atenea, la diosa de la sabiduría y patrona de los 

artesanos. Sus bordados eran tan perfecto, que la 

gente quedaba cautivada al contemplarlos. Para 

muchos, Aracne ya superaba a su maestra. Tan 

repetido fue este comentario que la muchacha se lo 

creyó.


Cierto día, en medio de una plaza muy concurrida, 

Aracne desafió a la diosa invitándolo a competir y a 

mostrar delante de los presentes quién era la mejor 

bordadora. Atenea quiso darla una lección, y aceptó 

el reto.


Durante todo el día las contrincantes estuvieron 

bordando, de modo constante y con técnicas nuevas 

y admirables. Al atardecer, llegó el momento de 

exhibir los trabajos. Atenea representó a los dioses 

en todo su esplendor. Aracne en cambió, los 

representó decadentes, envueltos en vicios y 

amoríos.

Al ver la obra de Aracne, Atenea se enfadó mucho y 

rasgó el tejido. La muchacha se dio cuanta de su 

error, sintió mucho miedo, e intentó suicidarse 

colgándose de una viga del techo de su casa. Pero 

Atenea se apiadó de ella y le salvó la vida. Sin 

embargo, la castigó convirtiéndola en una araña y la 

condenó a tejer para el resto de su vida.


 León-22-4-2018

lunes, 16 de abril de 2018

CUANDO TODO NOS FALLA

CUANDO TODO NOS FALLA
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El otro día, mientras me tomaba un bocadillo, estuve 

leyendo unas estadísticas referentes a los ancianos. 

En un momento dado, un bocado casi se me 

atragantó al leer un dato estremecedor. Decía más o 

menos así: “Las parejas que tienen a su cargo una 

persona anciana, en tiempo de vacaciones buscan 

un hospital para dejarlo allí. Otras, sin escrúpulo 

alguno, lo olvidan en algún lugar más idóneo como 

puede ser una gasolinera”.

La verdad, no es que no lo supiera, pero verlo 

reflejado así fríamente en letras, me quitó las ganas 

de seguir comiendo. Durante un tiempo, me sentí 

anímicamente mal.


¿Cómo es posible que hagan eso? Ellos fueron 

quienes nos concibieron. Entre lágrimas y sonrisas, 

nos trajeron a la vida. Las noches se confundían con 

los días, ante el menor llanto o dolor. Bajo su atenta 

mirada, aprendimos a caminar y a decir las primeras 

palabras. Nos mimaron, nos amaron tal y como 

éramos. Nos dieron sus mejores años...


Y ahora, cuando más nos necesitan, cuando todo les 

falla, nosotros, sus amados hijos, les dejamos en el 

rincón más inhóspito, como si fueran un fardo que 

nos pesa demasiado. ¿Por qué? ¿Aparcarlos lejos de 

nosotros, para que no estorben y nos dejen vivir lo 

mejor posible?

Analicemos y pensemos. La ciencia ha avanzado 

mucho, demasiado en algunas materias, puesto que 

ahora vivimos más años y la cifra de ancianos se 

incrementa más y más.

Se buscan soluciones y el resultado, son las 

residencias para La Tercera Edad. No tengo nada en 

contra de ellas, pero creo que nuestro deber es 

cuidar y atender, siempre que no haya una 

enfermedad grave, a nuestros padres. Darles todo lo 

que ellos nos dieron.


Siento una gran tristeza al pensar, dónde iré a parar 

yo algún día. Espero que sea entre mis hijos y las 

risas de unos guapos nietos. Si no es así, ¿de qué 

me va a servir vivir muchos años? ¿Qué voy a ganar 

con llegar a los cien años o más?


¡Sesudos inventores!, ¿Cuándo darán con el invento 

que libre a los ancianos de la soledad y de latristeza? 

Porque, hacía allí vamos todos ¿no?








R.P.00/2008/1318
León, 27 Enero 1998

lunes, 2 de abril de 2018

LA DUDA


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LA  DUDA



Con mucha frecuencia la duda nos corroe tan 

profundamente que nos sentimos alterados y algo se 

manifiesta interiormente cuando desvalorizamos  el 

símbolo más voluble de tener fe en los demás y en 

nosotros mismos. Ese vocablo... ¡Cuánto nos hace 

sufrir! a los que en algún  momento de nuestra vida, 

se nos instala en nuestro interior como una 

advenediza, llenándonos de problemas. Dudamos de 

todo. Si hará un espléndido día o lloverá. Vacilamos 

ante las respuestas de un test. Mostramos gran 

incertidumbre al no estar seguros si daremos la talla 

exigida en algún puesto laboral.



Arrancamos los pétalos de una flor con recelo de que 

nos salga el no. Amamos, pero en  algún lugar 

oscuro de nuestra mente la insidiosa sospecha, nos 

hace un caldo con aditivos de lágrimas, tortura y 

quién sabe que  más puede haber en esa fórmulatan 

desazonante, que  nos convierte en un Otelo 

celoso,llevando  la muerte a ésa Desdémona que 

toda mujer lleva dentro.

Que indecisión tan patente muestran las caras de 

nuestros pequeños cuando les preguntamos en tono 

bellaco: ¿A quién quieres más? ¿Mamá? ¿Papá?



Alcanzar la meta en los muchos y muy variados 

deseos humanos es motivo de vacilación, porque esa 

sombra es tan pertinaz, que no nos deja expresar lo 

que llevamos dentro. La inseguridad nos llega a desgastar de tal forma, que a veces, ni confiamos en nuestra valía. La duda, enmascarada palabra, nos enerva y disloca acciones, conductas, pensamientos y un largo etc.

¿Por qué dudamos? No es ninguna incógnita, ni 

secreto alguno. Pienso que tal vez sea, porque 

hemos olvidado que somos humanos y no dioses. 

Que los errores nos ayudan a valorarnos un poco 

más.


La duda, nos hace perder la libertad de ser hombres 

y mujeres libres, sin ese lastre que nos oprime cada 

segundo de nuestra vida en decisiones y 

pensamientos más positivos.

Tomemos una gran dosis de optimismo para que esa 

palabra no nos perturbe y jamás, se haga dueña de 


nosotros.


r.p. 00/2008/1320
                 





León-14-9-2000