Y
C O N O C Í A M A R Í
A
Hace tiempo que la conocía de vista, cuando
iba a llevar o recoger a mis hijos al colegio.
Nunca llegaba sola, sino que siempre venía
acompañada de tres o más mujeres.
Recuerdo, que lo que más me llamaba la atención de
ella, era su vivacidad. Hablaba sin parar, accionando
sus brazos y, sus pequeñas manos, describiendo son
movimientos rápidos, toda una gama de
expresividad, acorde con las palabras que de su
boca salían.
Su pequeña estatura no era óbice alguno para
sobresalir en el grupo, puesto que su locuacidad,
unida a su eterna sonrisa, hacían de ella el centro de
atención.
Yo, a escasos metros de ellas, no podía por
menos
de sustraerme a esa reunión tan informal, como
divertida a juzgar por las risas. Otras veces, debían
de comentar o plantear asuntos más serios, puesto
que sus razonamientos eran más vehementes.
de sustraerme a esa reunión tan informal, como
divertida a juzgar por las risas. Otras veces, debían
de comentar o plantear asuntos más serios, puesto
que sus razonamientos eran más vehementes.
Tengo que advertir, que todo esto son suposiciones
mías, ya que desde dónde yo estaba, no las podía
oír, sino simplemente observarlas.
Por espacio de varios cursos, invariablemente todo
se repetía. Ella, liderando un grupo con su
esplendorosa sonrisa y su personalismo estilo en
llevar la batuta; y yo, en la esquina, callada y
mirándolas de vez en cuando.
Cuando mis hijos cambiaron de colegio, para seguir
la enseñanza superior, ya no la veía tanto, pero
como vivía cerca de donde yo resido, alguna que
otra vez la encontraba por la calle y seguía estando
tan vital. Ni que decir tiene, que continuaba con su
verbosidad convincente, puesto que era escuchada
con atención.
Pasó el tiempo y con él, se fueron además de mi
juventud, proyectos, amigos y un largo etc. De
cosas que sólo quedan como un efímero recuerdo en
la memoria. Todo se fue eclipsando como la imagen
de María. Hasta que un día la vi.
Se ayudaba de unas muletas para poder andar. La
verdad, es que no le di demasiada importancia.
verdad, es que no le di demasiada importancia.
-“Una caída tal vez pensé sin más.
Nunca me pude imaginar lo que, soterradamente
estaba incubando su menudo cuerpo.
Cuando la volví a ver después de un tiempo, llevaba
con ella además de un aparato con ruedas para
poder andar, una joven acompañándola. Como es
natural, me quedé observándola totalmente
desconcertada al verla tan desvalida.
Meses más tarde, me tuve que someter a una
operación y un día, mi tía que había ido a verme, me
dijo que iba a ver a una persona que estaba
ingresada en la misma planta. Se fue y al poco
tiempo entró y me dijo:
__Mira quién te viene a ver -y dejó la puerta abierta
esperando a que entrar alguien que se hizo de
esperar.
Yo
acostada en la cama, pensaba quién podía ser y
por qué tardaba tanto en pasar. Al fin la vi entrar.
por qué tardaba tanto en pasar. Al fin la vi entrar.
Era María, quien apoyada en su “carrito” y con su
eterna sonrisa, venía a verme.
Por lo visto mi tía era amiga de sus padres.
Más tarde, por ella supe lo que poco a poco, destruía
el pequeño cuerpo de María. El mal se expandía sin
piedad alguna, en ramificaciones generando con ello,
una drástica destrucción de todo lo que encontraba a
su paso. Ese día conocí a María.
Una mujer que llevaba su fatal destino con gran
dignidad y valentía. Su gran tenacidad en no darse
por vencida era ecuánime. Y su dolor, lo dejaba en
lo más recóndito, cuando la encontraba por la calle
y, reafirmando su sonrisa en un gesto sosegado y
sin resquemor alguno, me saludaba con su particular
encanto.
¿Qué era de
torbellino lleno de vitalidad. Risueña y pletórica de
alegría, había dejado paso a un ser trágico,
neutralizando su juventud en un agónico sufrimiento
que la minaba su cuerpo desaforadamente.
¿Qué era de sus sueños e ilusiones? ¿Tuvo
tiempo
de realizarse? ¿Había encontrado la felicidad en su
dolor? ¿Qué esperaba cuando nacía un nuevo día?
¿Estaba dolida con lo que le había deparado el
destino? ¿Lo había aceptado?
de realizarse? ¿Había encontrado la felicidad en su
dolor? ¿Qué esperaba cuando nacía un nuevo día?
¿Estaba dolida con lo que le había deparado el
destino? ¿Lo había aceptado?
Son preguntas que quedarán en el aire. Nunca podré
hacérselas por su crudeza.
Hace años que no la veo. No sé si vive o, sacó billete
para ese tren que jamás retorna.
Estés donde estés, quiero que sepas María lo
mucho
que te admiraba cuando día a día, te veía a las
puertas del colegio, con tu sana alegría y, lo mucho
que he pensado en ti.
que te admiraba cuando día a día, te veía a las
puertas del colegio, con tu sana alegría y, lo mucho
que he pensado en ti.
En tu soledad, en tu dolor y en tu esforzado ánimo
para arrostrar ese mal que carcome tu cuerpo.
Gracias María, por todo lo que me has enseñado.
r.p. 00/2008/1320
León-12-6-2000
1 comentario:
Es un escrito muy hermoso, pero la realidad es penosa
Carol
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