EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

jueves, 1 de diciembre de 2016

LOS MUROS DEL SILENCIO

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  LOS  MUROS  DEL  SILENCIO



Los muros siempre han ejercido en mí cierta 

fascinación, o más bien, el saber qué ocultan tras 

ellos. No es que yo sea una persona chismosa que 

se inmiscuye donde no le llaman, sino que me gusta 

reflexionar y tratar de absorber todas las vivencias 

de los seres que, por una u otra causa, están tras 

ellos.


Al igual que los muros de la vieja cárcel, que en su 


día me llevaron a meditar sobre los que tras ellos 

estaban, hoy quiero referirme a los del convento de 

las Descalzas.

Al vivir muy cerca del mencionado convento, raro 

era el día que no pasara por allí, ya que era paso 

obligado en las correrías y juegos de los numerosos 

chiquillos que abundaban por esa zona.

En mi retina, aún están impresos los gruesos y 

viejos muros que separaban la vida mundana del 

recogimiento y silencio de unas monjas que, 

habiendo renunciado a todo, vivían y morían en el 

más absoluto anonimato.


El edificio era vetusto y ruinoso. No sé cómo estaría 

por dentro, pero la imagen que daba al exterior, era 

suficiente como para saber que sus interiores eran  

desalentadores.

Recuerdo sus ventanas hundidas en la pared. Los 

barrotes que en ellas había, tenían gruesos clavos 

con las puntas  hacia fuera. Quién ideó ese  

convento, ¿qué pretendía poniendo así los clavos? No  
me atrevo ni a imaginármelo.


De pequeña, me atraía el saber qué ocurría allí, tras 

esos muros. Cuando los años pasaron, me parecía 

un edificio deprimente y pensaba que su arcaica 

construcción, enunciaba la obra de una mente 

cerrada y cruel.

Cuando esas mujeres hicieron sus votos de renuncia 

a todo lo que en el mundo había: amor, sexo, 

riqueza, hijos, familia..., se comprometieron 

verdaderamente a ello,  sin que los altos muros y las 

pequeñas ventanucas con sus clavos, les disuadiesen  
de romper su promesa. Esa forma de vida que ellas 

habían elegido de oración y sacrificio, no debía ser 

conturbada por esa vida que latía fuera.


Cuando lo derribaron, muchas veces me acerqué 

para ver, entre sus escombros, algo que me pudiera 

decir dónde estaba la esencia que catalizaba su fe, y 

dónde estaba la grandeza de su tenacidad.

Mientras construían el nuevo convento, se refugiaron 

en la vivienda de la imprenta católica, esquina con su

recién destruido hogar. Yo, que iba mucho por allí, y 

que incluso trabajé una temporada en ella, cierto día 

vi la puerta del patio abierta y pude vislumbrar a 

alguna de ellas; eran mujeres de carne y hueso. 

Eran reales; no una voz a través de un torno.

El tiempo ha pasado y hoy, cuando paso por allí, y 

veo el nuevo convento, ya no me es tan 

desalentador. Aún siendo de clausura, el trato con 

las que allí lo habitan, es mucho más tangible

Para mí  es una cita obligada, en la tarde de Jueves 

Santo, el ir a orar durante unos minutos, en su 

hermosa capilla.

Observo a las monjas que tras unas verjas, rezan, 

meditan y se sacrifican estando durante horas de 

rodillas ante su Señor. Son momentos difíciles de 

explicar. Tal es el sentimiento de armonía que reina 

en mi interior.

La felicidad y la paz que allí hay, indudablemente, 

jamás se podrán encontrar en los extramuros.

Vaya mi admiración y cariño por ellas.









R.P. intelectual 00/2008/1318

León, 2 Marzo 1996









10 comentarios:

Anónimo dijo...

Un artículo para pensar. Ahora los tiempo han cambiado y no creo que esas monjas tengan ganas de salir a ver el mundo, éste ha cambiado mucho y la mitad de las cosas van a peor



Carol

Anónimo dijo...

Sí, esas monjas son dignas de admirar por su perseverancia


Angelina

Anónimo dijo...


Está muy bien lo que dices en el escrito, es para pensar


Javier

Anónimo dijo...

Me encanta leer lo que escribes, pues describes muy ben todo



Luna

Anónimo dijo...

El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio.

jav

Anónimo dijo...

Las personas que buscan una armonía para su alma, encuentran dentro de esos muros todo




Nieves

Anónimo dijo...

cuando estas mujeres entraron allí, sabían que encontrarían todo lo que aquí falta





Maura

Anónimo dijo...

Es un artículo para reflexionar las personas que están allí no es por obligación



Tere

Anónimo dijo...

Me gusta cómo escribes cada momento de la vida, gracias




Antonio

Anónimo dijo...

Estas personas cerraron sus vidas y escogieron una que las llenó mucho



Mercedes