
Se
dice que son necesarios cuarenta músculos para arrugar la frente, mientras que
solo quince para sonreír. Aun así, hacemos más lo primero que lo segundo. Y es
que sonreír también es un arte: es
necesario ejercitarnos en ello. Y aunque pueda parecer ridículo, es un recurso
muy potente y transformador: el arte de sonreír
nos hace salir al encuentro del otro con una sonrisa.
Cuando
sonrío a alguien, trabo relación con él de modo amigable: creo confianza, le
digo implícitamente “que gusto verte”, “qué bien te ves”, “que te vaya bien”,
etc. El arte de sonreír nos recuerda que, en medio de la rutina diaria y de los
disgustos inevitables, debemos dedicar una sonrisa a las personas que nos
rodean y que se relacionan con nosotros.
Una
sonrisa desarma el mal humor, transforma nuestros sentimientos y tiene un
efecto multiplicador.
William Shakespeare decía:
“Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de una
espada.” Que no falte en nuestros propósitos de inicio de año dedicarnos a
mejorar nuestro arte de sonreír, y eso solo se consigue practicando ¡Ánimo, que
está en gerundio!
León-9-7-2017
5 comentarios:
Pues sí, una gran sonrisa
Luna
¿Quién no sabe sonreír en esta vida? Pocos y lamento mucho que no lo sepan
Julio
¿Quién no tiene una sonrisa al día? Es algo que debemos tener a flor de piel y darla gratis a todos los que están tristes
Fedora
¿Quién no sabe reír? Las carcajadas de los que las dejan salir, son las más hermosas
Miguel
León-9-7-2017
¿Lo escribiste el año que viene? ¿O pusiste esa fecha para sugerir una sonrisa? ¿Qué seremos dentro de un año?
jav
Publicar un comentario