QUERIDOS MUERTOS
Estamos en un mes en el desde hace tiempo inmemorial, lo dedicamos
a todos los seres que se han ido dejándonos en la más profunda tristeza.
Recuerdo cuando era pequeña y llegando estas fechas en el colegio, algunas
compañeras hablaban de ir al cementerio con algún familiar para rezar a sus
difuntos. Tengo que confesar que las envidiaba mucho, pues yo no tenía a
nadie a quién llorar, ni llevar unas
flores ¡bendita inocencia! Aún me faltaban años para saber de su crudeza,
soledad y pena que a su paso esta frívola señora vestida de negro, que no le
importa llevarse con ella todo el que se cruce en su camino desoyendo con
arrogancia, nuestras súplicas y lloros.
No creo que haya en el diccionario palabra más odiada y que tenga
tantos adjetivos para calificarla. Cuando nos golpea decimos de ella que es perversa, cínica, egoísta, petulante y
despiadada. Cada cual, deja salir su epíteto con lengua hiriente, dado el
dolor que en esos momentos le invade.
Rompe vidas cuando empiezan a florecer. Carece de esquemas y por
tal motivo a veces, es capciosa y hasta suscita temor el solo nombrarla. La
muerte no gusta a nadie, pero es algo que está ahí acechando y cuando llega sine
die, tenemos que aceptarla, aunque nos parezca injusto su modo de actuar.
Pensaréis que es muy fácil decir o escribirlo, pero es la prueba
más difícil en la que más tarde o más temprano, nos tenemos que enfrentar todo
el género humano.
Nadie la puede superar en dolor y como máximo, algunos pueden sacar
un suficiente “muy raspado”. Son las personas que llamamos “frías” o “sin
sentimientos”. Para mí, son calificaciones vanas, pues nadie es lo suficiente
psicólogo para saber, que hay dentro del corazón de los que así llamados.
Pueden estar tan rotos por el sufrimiento que les causa ese fallecimiento, como
el no poder expresarlo a causa de su extrema parquedad.
Hace mucho que no visito el cementerio y no, porque allí no tenga seres queridos
sino, porque creo y pienso que no hace falta ir, pues el dolor y falta de ellos
lo tengo en lo más profundo de mí ser y cualquier momento es bueno para
recordarles y dedicarles nuestros más hermosos pensamientos de cuando estaban a
nuestro lado. Gracias por todos esos maravillosos momentos que viví a vuestro
lado. Por el amor que recibí de vosotros.
He llorado mucho por mis queridos muertos y sé que aún me quedan
más lágrimas que derramar por todos esos que algún día me han de abandonar. La
muerte, es un alto tributo el que hemos de pagar los seres humanos al final de
nuestros días. Descansen In Pace.
*Dedicado a todos mis muertos que son muchos.
r.p.00/2015/1711
León 22 Octubre 2002