EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

martes, 1 de julio de 2014

Q U E R I D A A B U E L A


                           


                                               SOLEDADES


El corazón lo tuve tan grande para amar y hoy el pobrecito esta muy débil. Fueron muchos años de intensas emociones, de querer mucho y de regalar a todo el que lo quisiera y ya ves, esta muy cansado y apenado por lo solo que lo ha dejado.

Abuela, ¡qué triste es la soledad! Y más, cuando todos a los que he amado se han ido dejándome sola. Cuando cierro los ojos, deseo no volver a abrirlos nunca más.
Otras veces sueño que vuelvo a ser tu pequeña Katia. Rememoro todo cuánto te escribí.
La primera carta tan ingenua como infantil. Cuánto me quedaba por aprender.

El susto primero y luego el saber que, mi cuerpo se había transformado, fue toda una alegría. Ya era mujer.
Mi primer beso más que casto, puesto que los verdaderos besos de amor, llegaron en su momento.
El precioso pájaro que tuve. Lo mucho que lloré a mi amiga Sara cuando murió. Mis veinte años y las muchas felicitaciones que recibí.

Cuando me enamoré de verdad y lo feliz que fui. La muerte de mamá destrozó toda mi vida.
Abuela, sé que jamás recibirás las cartas que a lo largo de estos años te he ido escribiendo.
 Todo ha sido una falsa realidad que me inventé el saber la cruda realidad de tu fallecimiento, cuando yo era una niña.

Necesitaba con toda mi alma tenerte a mi lado, confiarte todos mis secretos.
No sabía cómo hacerlo y un día sin saber el por qué, comencé  éste mudo diálogo contigo a través de las cartas que te escribía y eran depositadas en un buzón en el cual nunca eran recogidas.

La caja-buzón que era depositaria de mis ocultos escritos, nunca salieron a la luz. Mis padres lo ignoraron siempre, eso al menos pensé siempre al no comentarme nunca lo que guardaba en esa especial caja. Si alguna vez lo intuyeron, fueron más que discretos al no preguntarme nada.
Son cartas muy personales en las cuales te abrí mi corazón. Cerraré con llave la caja en la cual, están mis últimas voluntades. Pediré que sean quemadas junto a mi cadáver.

Querida abuela, lamento mucho el haberte perdido tan pronto. Hubiéramos sido grandes amigas y mis secretos hubieran sido tuyos. Cuando mamá murió, en la carta que te escribí te decía, lo maravillosa y triste que era la vida.

Me siento vieja y tan acabada que, sólo pido a Dios que cumpla mi deseo: irme para reunirme con todos vosotros. Encontrar la paz y ése reposo eterno que tanto anhelamos los viejos.

Adiós abuela. Espero verte  muy pronto y darte todo ese cariño que no pude regalarte en vida. Tú pequeña y vieja Kate.









r.p.00/2008/1314

León 11-9-2002

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué pena me da el leer esta carta, es muy triste, pero es la realidad
Carla

Anónimo dijo...

"El amor era un huésped, la soledad es siempre el compañero." Julia Prilutzky
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"Todo es ahora luz desvanecida, tibieza, soledad, último amor..."
Renato Leduc
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Katia ya está en la última posada... antes de emprender el gran viaje.
Que la travesía por la que todos debemos de pasar, sea muy breve y no sufra... y que al otro lado vea cumplidos sus más íntimos deseos.

javier

Anónimo dijo...

Llegó al final de sus cartas sin enviarlas, toda una experiencia de Katia
Chencho

Anónimo dijo...

Es un final algo triste, pero me gusta como lo has descrito, saludos
Daniel

Anónimo dijo...

Llegamos al final de unas cartas muy bien explicativas de una pequeña Katia, que se fue haciendo mayor, me gustó
Pablo, P.

Anónimo dijo...

Es un final ya esperado, pero tiene un regusto muy amargo, un abrazo
Pablo Luis

Anónimo dijo...

Una carta muy triste siendo ya la última y por ella, sabemos la tristeza que desprende Katia en ella
Monse