EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

sábado, 14 de diciembre de 2013

UNA NOCHE BUENA, BUENA






La cocina pequeña se iba haciendo más triste y fría cada poco tiempo, la bombilla derramaba una pequeña luz sobre las cabezas  de los que allí estaban.
La madre con sus cuatro hijos pequeños, trataba de darles el calor que necesitaban al estar la chapa fría. No había nada que necesitase su lumbre, las cazuelas estaban vacías, como también lo estaba la carbonera bajo.
Era una noche fría, nevaba y por una minúscula ventana con unos visillos deslucidos que intentaban tapar la oscuridad rota por los copos de nieve, que trataban de hacerla más vistosa.

Nadie de los allí reunidos les gustaba esa estampa tan llena de un hermoso significado: La Navidad ya está aquí.
El silencio se cernía sobre una cocina en la cual, se habían roto todos los vestigios de una noche buena. Noche del nacimiento del niño Jesús. No osaban ni abrir la boca para quejarse del frío que lentamente les iba entumeciendo los miembros inferiores, solo el niño pequeño comenzó a llorar. Ni los besos y caricias de la madre le calmaban.
-¡Oh Dios! Qué sufrimiento –murmuró.

Se encontraba tan hundida por el dolor de no poder dar a sus hijos lo que necesitaban. Les abrazó con más fuerza e intentó darles más calor. El ruido del llamador en la puerta hizo que se sobresaltase.
_Mamá, están llamando –le dijo uno de ellos soltando el abrazo.
Inquieta se fue a la puerta y preguntó con voz débil.
La respuesta le llegó a  través de ella.
_Soy tu primo Emiliano, abre no puedo  entretenerme, me esperan abajo.
No era el día de los reyes, pero estos habían adelantado la fecha y uno de ellos, fue encargado de llevar lo impensable.
Abrió la puerta y ante sus ojos llorosos, paquetes y bolsas llenaban el pequeño espacio, No había nadie.

La pequeña y fría cocina cambió de improviso. Las cazuelas se juntaban en una chapa muy caliente.
_Mamá ¿existen los Reyes Magos? –le preguntó el pequeño asiendo la cuchara de sopa caliente.
_Creo que sí. Uno de ellos adelantó el viaje y nos dejó el regalo más hermoso.
_¿Cual mamá? –preguntó otro.
_UNA NOCHE BUENA, PERO BUENA.









León – 13 -9 - 2013

* hasta el día de hoy, van contabilizadas
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domingo, 1 de diciembre de 2013

REGRESAR AL PASADO


De vez en cuando creo que es muy positivo regresar al pasado, ya que su recuerdo nos hace dar un repaso a esos años, a veces lejanos, y a veces muy ligados  a nuestra vida, para hacer un examen y ver claramente, cómo nos influyeron o cómo prevalecieron en ella.
Como en todos los debates, siempre hay posturas y opiniones muy válidas de uno y otro bando, en las cuales se deja muy claro que, evocar esos años, es muy deprimente para unos, y por el contrario él rememorarlos, es motivo de nostalgia y satisfacción para otros.

En días ya pasados, asistí a una exposición de fotografías que recogía diversas instantáneas de la ciudad de León. En ellas, podía verse cómo a través de los años, tanto sus calles, plazas, paseos, casas y gente..., habían  dado  un cambio tan radical que, en determinadas fotos, tuve que escuchar las conversaciones de la gente mayor, para poder ubicar dónde se encontraba antes lo que mis ojos veían. Y no es por que no tuviera la correspondiente nota debajo de la foto indicándolo, sino que era tal el cambio que, sinceramente, me sentí perdida, y a la vez gratamente sumida en mis recuerdos.

El edificio grande y vetusto del Hospicio, donde hoy está Correos, trajo a mi memoria la niñez ya pasada, de cuando  íbamos a espiar por sus ventanas la privacidad  de unos niños como nosotros, que se hacinaban entre la suciedad y el desamor. Luego, años más tarde, cuando fue el Conservatorio de Música, en él iniciaba  mis estudios de piano.
Los recuerdos siguieron saliendo a flote al ver el chalet de Ordoño II, ahora convertido en un moderno edificio que pronto será el Ayuntamiento. En él, ¡cuántas exposiciones de pintura contemple!
Los aguinaldos, acumulados a los pies de los guardias de tráfico en las Navidades, me hicieron sonreír. Mi hermano me llevaba a ver esas dádivas tan generosas, regaladas a unos hombres que trataban de regir lo mejor que podían, un caos circulatorio que ahora dos colores, el verde y el rojo, mantienen a raya.

La inmaculada belleza de la nieve, me sumió en años atrás cuando el invierno era eso: invierno. Sólo hay que ver  la fuente helada de Santo Domingo su vista es todo un espectáculo. Tanta belleza en el centro de León, no desvalorizaba en absoluto el sambenito que largamente se nos dio: el ser una ciudad muy fría en el ambiente, pero no en su gente.

Ahora que la foto que más me impacto, fue  un vista aérea de León en la cual pude vislumbras, entre una maraña de tejados y calles, la casa donde yo nací.
Confieso que volví sólo para ver dicha fotografía, me planté delante de ellas y el tiempo dejó de existir para mí. Ante su vista repasé lentamente, año tras año.  Las vivencias que en ella tuve, fueron tan extraordinarias, que la nostalgia de esos años que jamás volverán me dejó triste y con muchísimas ganas de llorar. Hoy esa casa ya no existe. Hace tiempo que una pala excavadora deshizo mis mejores años y rompió en añicos todos mis sueños.

En fin, como dije al principio, el poder haber visto esas fotos de cuando éramos unos niños, o de cuando ya estábamos en edad de bregar en la difícil lucha por un trabajo que nos sacara de nuestras penurias, tal vez nos halla traído recuerdos felices o por el contrario, más bien dolorosos.  Porque para muchos el echar la vista atrás, es como desbrozar unos años cruciales de los cuales quieren olvidarse y pasar a un presente quizá más digno.

En todo caso, esas fotos para bien o para mal, nos   hicieron retomar o vislumbrar un pasado, que espero de todo corazón como el artista que las tomó, no nos haya traumatizado.








R.P. intelectual 00/2008/1318
León,  1  Octubre  1997