¡CUÁNTA CAPACIDAD DE OLVIDO!
Es una expresión que en más de una ocasión la hemos oído o bien lo decimos, al comprobar por nosotros mismos esa suficiencia que sólo puede tener el ser humano ante lo que la vida nos depara.
Como seres inteligentes que somos, ya que es un don del que en mayor o menor medida está desarrollado en nosotros, se activa para que nuestra mente se aquiete y los recuerdos dolorosos puedan sustraerse y no perturben nuestra existencia.
No es que olvidemos, ya que las cosas que nos pasan y el rememorar a ciertas personas ausentes, siempre estará latente en algún rincón de nuestro ser.
Las personas que tenemos esa capacidad de neutralizar todos esos sentimientos no carecemos ni de emociones y sí, tenemos un corazón tan grande o má de los que no olvidan.
¿De qué sirve hablar, pensar o llorar a tal persona? ¿Acaso creemos que esa actitud nuestra es la más acertada para llenar la vaciedad que nos invade? Rotundamente no. Hay que saber encajar los golpes y no seguir día a día alentándoles con los recuerdos. La grandeza está en los seres que no se ofuscan en lo que ya no tiene remedio.
No hay que escandalizarse porque esas mujeres u hombres sigan el curso de sus vidas, bien con sus actividades o en su proceder cotidiano, aunque un número indeterminado de gente sí lo hace y, no contentos con sus arcaicas ideas, suscitan con su pertinaz verborrea la inmadurez de otros que sólo viven para eso para crear y expandir comentarios que pueden hacer mucho daño.
Hace unos días puede ver y escuchar a una mujer, que habiendo perdido a dos de sus seres queridos en escasos días, hacía gala con todo su esplendor en seguir trabajando, cumpliendo sus compromisos adquiridos antes de ese luctuoso hecho, tratando de dar una imagen alegre. Sinceramente le admiré porque; aunque su dolor era grande, no lo exteriorizaba y no pude por menos de pensar y decirme ¡Cuánta capacidad de olvido tiene el ser humano! Pero no en el sentido estricto de la frase, sino más bien en la fuerza interior que algunos poseen. Y digo algunos, por no molestar a los que piensan: “que es muy fácil decirlo, pero muy difícil estar en su piel cuando se enfrentan con algo que más pronto o más tarde llega”.
Mi intención no es herir a nadie. Sé que muchas personas son muy susceptibles y por supuesto, que lo único que puedo decirles es que no están solos, que el trago más amargo que han tenido que beber, lo hacemos a diario muchos cientos de personas sin tener sed de él.
¿Qué sería de nosotros sino dejamos de lamentarnos? ¿Es que no sabemos ya que en esta vida todo tiene su principio y su fin? Vivamos el momento presente con alegría y dejemos a todos ésos que se fueron: familiares, amigos, conocidos, etc., que descansen en paz.
Seamos positivos y no nos neguemos ni a nosotros, ni a los que nos rodean, una sonrisa. Como dice: T. LOBSANG RAMPA, a la “La muerte no constituye un tiempo para llorar, ni en realidad para entregarnos a la tristeza”
Dediquemos nuestras fuerzas en disfrutar en disfrutar de ésta maravillosa vida ¡Hay tantas cosas en ella! No dejemos que la desolación y frustración entre en nuestras vidas.
Ayudemos con nuestra entereza a todos esos seres oprimidos y temerosos. Reafirmemos ese apoyo a los que se hunden y con sus lágrimas son incapaces de ver una puesta de sol, la hermosa flor que nace, después de que sus raíces quedasen enterradas por la nieve del largo invierno.
Sigamos el ejemplo del ECLESIASTÉS 3: 1-8 donde dice en uno de sus párrafos lo siguiente:
“Hay un tiempo para llorar, y otro para reír”. Sigamos el ejemplo.
R.P.00/2008/1318
León, 29 Abril 1999
8 comentarios:
La muerte se lleva a los seres queridos pero no tiene por qué llevarse nuestra vida.
Tenemos que seguir caminando hacia nuestra propia muerte pero no morir en vida aferrados a un recuerdo muerto.
Porque aferrados aun recuerdo muerto no le vamos a dar vida, pero sí que podemos perder la nuestra que es en esencia ¡tan corta!
javier
Buena reflexión, que siempre está muy vigente. Un abrazo
Pablo
El ser humano sí es capaz de volver
a esa vida que está ahí y sigue su rumbo para todos
Tere
Aunque la vida sea así de realista, nosotros debemos estar ahí
Chencho
Uno siempre desea que la vida sea mejor, más humana, pero cuando viene ese golpe, hay que aceptarlo
Alicia
Un artículo muy bueno, para leerlo y
pensar en la vida que nos da alegrías
y momentos de dolor. Adelánte.
Un beso
Carla
Da mucho que pensar Luisina.......efectivamente, hay que mirar para adelante, q una falta no anule el resto de nuestra vida, pero a veces cuesta tanto....
Un beso muy fuerte!!!!
Muy linda reflexión... Al enfrentar pérdidas pasamos por un periodo de duelo lo cual, la respuesta natural y necesaria la mayoría de las veces, para no quedarnos con una carga en nuestro corazón.
cariños
Ligia Houben
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