
“... En la hora sexta, Jesús fatigado del camino, se sentó junto a la fuente. Una mujer procedente de Samaria, se acerca a sacar agua y Jesús le dice: Dame de beber”
La hermosa mujer quedó brevemente inmóvil, con el cántaro de agua fresca medio lleno. Después, miró al hombre y le contestó:
“-¿Cómo tú siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana? –responde con un deje lleno de estupor, puesto que los judíos y samaritanos no se tratan.
Jesús contesta:
-“Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a Él y Él te daría a ti agua viva”
La hermosa mujer quedó brevemente inmóvil, con el cántaro de agua fresca medio lleno. Después, miró al hombre y le contestó:
“-¿Cómo tú siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana? –responde con un deje lleno de estupor, puesto que los judíos y samaritanos no se tratan.
Jesús contesta:
-“Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a Él y Él te daría a ti agua viva”
La samaritana miró con sorpresa al hombre. Era la primera vez que le veía y, muy distinto a los que ella trataba o enamoraba.
Su presencia le intimidaba, pero siendo mujer lanzada y nada retraída, le dijo con cierta cautela:
-“Señor, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es hondo, ¿de dónde pues, te viene esa agua viva?
Le observó en silencio, esperando que Él hablara, pero al no obtener respuesta prosiguió:
-“¿Acaso eres tú más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebió él mismo, sus hijo y sus rebaños?”
Su presencia le intimidaba, pero siendo mujer lanzada y nada retraída, le dijo con cierta cautela:
-“Señor, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es hondo, ¿de dónde pues, te viene esa agua viva?
Le observó en silencio, esperando que Él hablara, pero al no obtener respuesta prosiguió:
-“¿Acaso eres tú más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebió él mismo, sus hijo y sus rebaños?”
Cuando terminó de hacer su larga pregunta, respiró lentamente mientras examinaba con atención al desconocido viajero. La respuesta de Jesús, cortó sus pensamientos.
-“Quién bebe de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le diera no tendrá jamás sed.
La samaritana le miró con una expresión de duda, de extrañeza. No comprendía lo que
ese hombre le decía, así todo, se encaró con él y siendo como era, una mujer bastante suelta le dijo con cierta reticencia:
-“Quién bebe de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le diera no tendrá jamás sed.
La samaritana le miró con una expresión de duda, de extrañeza. No comprendía lo que
ese hombre le decía, así todo, se encaró con él y siendo como era, una mujer bastante suelta le dijo con cierta reticencia:
-“Señor, dame de esa agua para que yo no sienta más sed ni tenga que venir aquí a sacarla”.
Jesús miró largamente a la mujer después, dirigió su mirada a la lejanía y pasados unos segundos, posó sus ojos en la samaritana que, con gran audacia le observaba detenidamente y le dijo:
Jesús miró largamente a la mujer después, dirigió su mirada a la lejanía y pasados unos segundos, posó sus ojos en la samaritana que, con gran audacia le observaba detenidamente y le dijo:
-“Mujer, el agua que yo te ofrezco, colmará tu sed de felicidad, la felicidad que no encuentras aquí”
Seguía sin comprender lo dicho por el desconocido, aunque en su interior algo le decía que ese hombre le daría lo que siempre había buscado.
Seguía sin comprender lo dicho por el desconocido, aunque en su interior algo le decía que ese hombre le daría lo que siempre había buscado.
La samaritana hermosa mujer era muy hábil en robar amores ajenos. No le importaba que fuera el marido de la vecina, ella sólo pedía una mínima caridad, un afecto para su maltrecho corazón y se ofrecía al primero que se lo daba.
Cuando necesitaba más, cambiaba de hombre; aunque dentro de ella algo le decía que, su forma de comportarse no era legal, pero se acobarda el pensarlo y por tal motivo, vive, vive al máximo y no desea oír su corazón, ni su conciencia.
No tenía amigas. Sus vecinas de Sicar la eludían. Ellas se consideraban muy decentes y su conducta, no era nada edificante razón por la cual, pasaban sin mirarla, aunque en su interior se manifestase la envidia, por ser una mujer tan desafiante ante sus opiniones y saber decir claramente la verdad.
No tenía amigas. Sus vecinas de Sicar la eludían. Ellas se consideraban muy decentes y su conducta, no era nada edificante razón por la cual, pasaban sin mirarla, aunque en su interior se manifestase la envidia, por ser una mujer tan desafiante ante sus opiniones y saber decir claramente la verdad.
En los proyectos de Jesús, entraba como instrumento de salvación, la hermosa samaritana. Una débil ciudadana de Sicar que, escogida expresamente en un agobiante día de calor, junto al brocal de un pozo perdido en el campo, tuvo un diálogo con ella.
Jesús, sabía de la vida tan disoluta que la bella mujer tenía. No deseaba avergonzarla, sino ayudarla y hacerla ver, que Él no la juzgaría.
-“El agua viva, es símbolo de la vida eterna” - -le dijo y continuó: Yo no soy un hombre al que puedas dar tus favores. Sé lo que ha sido tu vida...”
__Señor, veo que eres profeta –dijo tímidamente, aunque no se sentía molesta, sino más bien liberada. Él no la rechazaba. Algo en su interior va cambiando. En un murmullo lleno de confianza le dice:
__Sé que va a venir el Mesías.
_”Soy yo, el que habla contigo”
Jesús, sabía de la vida tan disoluta que la bella mujer tenía. No deseaba avergonzarla, sino ayudarla y hacerla ver, que Él no la juzgaría.
-“El agua viva, es símbolo de la vida eterna” - -le dijo y continuó: Yo no soy un hombre al que puedas dar tus favores. Sé lo que ha sido tu vida...”
__Señor, veo que eres profeta –dijo tímidamente, aunque no se sentía molesta, sino más bien liberada. Él no la rechazaba. Algo en su interior va cambiando. En un murmullo lleno de confianza le dice:
__Sé que va a venir el Mesías.
_”Soy yo, el que habla contigo”
La revelación la llena de felicidad. Necesita hacer partícipe a todos sus convecinos.
Corre. Sus pies, apenas se posan en el suelo. Sus miedos y falsos dioses, han desaparecido y en su lugar, Dios ha entrado departiendo con ella, con gran amor y mucha tolerancia.
La deshonrada y sincera Samaritana, será la que anuncie que el Mesías ha llegad
o.
Corre. Sus pies, apenas se posan en el suelo. Sus miedos y falsos dioses, han desaparecido y en su lugar, Dios ha entrado departiendo con ella, con gran amor y mucha tolerancia.
La deshonrada y sincera Samaritana, será la que anuncie que el Mesías ha llegad
R.P.intelectual 00/2011/3021
León, Semana Santa 2002
Relato para Semana Santa
Revista El Desenclavo
León, Semana Santa 2002
Relato para Semana Santa
Revista El Desenclavo