
Lo siento mucho. Esta escueta frase dice mucho o nada. A lo largo de nuestra vida unas personas más que otras, la habrán oído en diferentes tonalidades. Unas, cargadas de intensidad y con claros sentimientos de amor, en un verdadero “mea culpa”. Otras por el contrario, las reciben con tintes bien distintos. Digamos, que forzados o exhibiendo ridículamente un pesar que está muy lejos de ser verdadero.
¿Qué hay detrás de esa frase? Arrepentimiento por nuestra falta de consideración hacia hechos, o compartimiento con alguien, que a la postre, no es merecedor de recibir antes un bofetón, o toda clase de palabras injuriosas.
¿Por qué se dice? Tratamos de borrar esa mala imagen que con nuestra imprudencia, producimos al decir o hacer tal tropelía.
¿Qué esperamos? El perdón y olvido de lo dicho por nosotros en un momento de ira descontrolada. Pero, ¿realmente nos sentimos culpables? O, ¿solamente es un acto de reflejo, asentado desde quién sabe cuánto?
El acto de pedir perdón con ésta frase, debe ser tan sincero, que la persona ofendida lo crea y no sienta ningún recelo. Porque somos tan buenos actores, que soltamos un bofetón, la ofensa o palabrota, con asombrosa facilidad, añadiendo al final: “Lo siento mucho”. Pero lo dicho o hecho, ahí queda.
Hay que ser más responsables y dejarse de actitudes tan odiosas, porque lo único que se consigue es, que nunca seamos creídos. O sino, que se lo pregunten a la mujer llena de cardenales, que con un poco de suerte, recibió al final de la paliza un “lo siento cariño”. Al peatón con el corazón en un puño, tras el frenazo del Fitipaldi de turno oír la disculpa: “lo siento”.
¿Qué hay detrás de esa frase? Arrepentimiento por nuestra falta de consideración hacia hechos, o compartimiento con alguien, que a la postre, no es merecedor de recibir antes un bofetón, o toda clase de palabras injuriosas.
¿Por qué se dice? Tratamos de borrar esa mala imagen que con nuestra imprudencia, producimos al decir o hacer tal tropelía.
¿Qué esperamos? El perdón y olvido de lo dicho por nosotros en un momento de ira descontrolada. Pero, ¿realmente nos sentimos culpables? O, ¿solamente es un acto de reflejo, asentado desde quién sabe cuánto?
El acto de pedir perdón con ésta frase, debe ser tan sincero, que la persona ofendida lo crea y no sienta ningún recelo. Porque somos tan buenos actores, que soltamos un bofetón, la ofensa o palabrota, con asombrosa facilidad, añadiendo al final: “Lo siento mucho”. Pero lo dicho o hecho, ahí queda.
Hay que ser más responsables y dejarse de actitudes tan odiosas, porque lo único que se consigue es, que nunca seamos creídos. O sino, que se lo pregunten a la mujer llena de cardenales, que con un poco de suerte, recibió al final de la paliza un “lo siento cariño”. Al peatón con el corazón en un puño, tras el frenazo del Fitipaldi de turno oír la disculpa: “lo siento”.
A la señora, que con sus mejores galas es puesta como una sopa, por un gracioso que no tuvo mejor idea, que pisar a fondo y meter las ruedas en el charco y entre risotadas decir: “lo siento señora”.
Estamos tan acostumbrados a esa frase, que ya la dejamos salir inconscientemente ante cualquier arbitrariedad. Nos excedemos en su uso sin pensar tan siquiera, que son palabras inútiles, faltas de sentimiento el decirlas, sin antes concienciarnos.
A veces pienso, que muchas de las cosas que hacemos o decimos, tienen una clara referencia a imponernos y demostrar ¿qué? No sabríamos responder y como débil respuesta, dejaríamos salir un balbuceo: “Lo siento mucho”. Claro, que todo depende de quién lo diga y como se acepte.
Estamos tan acostumbrados a esa frase, que ya la dejamos salir inconscientemente ante cualquier arbitrariedad. Nos excedemos en su uso sin pensar tan siquiera, que son palabras inútiles, faltas de sentimiento el decirlas, sin antes concienciarnos.
A veces pienso, que muchas de las cosas que hacemos o decimos, tienen una clara referencia a imponernos y demostrar ¿qué? No sabríamos responder y como débil respuesta, dejaríamos salir un balbuceo: “Lo siento mucho”. Claro, que todo depende de quién lo diga y como se acepte.
R.P. intelectual 00/2008/1318
León, 26 Mayo 1998
2 comentarios:
Se dice que 'nadie me puede ofender si yo no le doy permiso'. Por lo tanto, si yo no le doy importancia a lo que me hagan o digan, tampoco me puede importar mucho como se disculpen. Se agradece que alguna formula, aunque rutinaria y no sentida, quite hierro a la situación. Pero si me sentido herido (herida la imagen que de mí tengo) ninguna frase me va a reconciliar con el ofensor. Y si no me siento herido, da igual lo que diga... yo seguiré por mi camino reconfortado conmigo mismo.
Gracias por darnos la oportunidad de reflexionar sobre este tema.
javier
Luisita,
Que maravilla de mensaje...tenes tanta razon....decimos "lo siento" tan automaticamente que muchas veces son palabras vacias, sin ningua intencion de fondo.
Esto lo he notado mucho cuando uno da el pesame...yo les sugiero a las personas que en vez de decir "lo siento" digan "te acompano en tu dolor" o algo asi...pero no "lo siento mucho"....a menos que, como vos decis al final, lo digan con mucha emocion y de corazon....
Carinos!
Ligia/11
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