A la 1,45 de una noche tormentosa, dejé Madrid envuelto entre relámpagos, truenos y mucha agua, dando a los habitantes un gran alivio para mitigar el intenso calor que tuvieron durante días.
El avión es grande, impone mucho. Lleno total 342 pasajeros nos disponemos a estar en su interior durante 9 horas y 45 minutos rumbo a Río de Janeiro.
Panorámica de Río de Janeiro
Es la primera vez que salto el "charco" como se dice, pero como el viaje fue de noche, todos vamos dormidos, cosa que para mi fue lo mejor ya que me impresionaba saber que, bajo la panza estaba el Océano. Íbamos a 10.000 metros de altura y 45 grados bajo cero.
Terraza del hotel dond
desayunabamos
Llegamos, desayunamos y nos fuimos a la cama. Luego a la playa está frente al hotel. El agua esta muy alterada, solo me mojo las piernas. Me gusta pasear por la orilla, pero más de una vez, las olas me atrapan desprevenida.
Playa de Copacabana

Llegamos, desayunamos y nos fuimos a la cama. Luego a la playa está frente al hotel. El agua esta muy alterada, solo me mojo las piernas. Me gusta pasear por la orilla, pero más de una vez, las olas me atrapan desprevenida.
Playa de Copacabana
El hotel dispone de una zona en la cual, diligentes muchachos te instalan una hamaca con toalla.
Por la noche vamos a cenar, todos los compañeros de vuelo de Paco al "Garota de Ipamena"
Se llama así porque el músico y poeta brasileño Vinicio de Moráes estaba allí y paso una garota (mujer) y viéndola le inspiró tal canción que fue muy famosa. El éxito resonante con ella fue grande.
Se llama así porque el músico y poeta brasileño Vinicio de Moráes estaba allí y paso una garota (mujer) y viéndola le inspiró tal canción que fue muy famosa. El éxito resonante con ella fue grande.
Cola para subir al Cristo
Toda la mañana haciendo una cola de esperar, una hora y cuarto para el tren de cremallera. Lleno total los dos vagones.
El Cristo de Corcovado
A medida que íbamos subiendo, las nubes se iban haciendo dueñas de un cielo muy cubierto. El tren cada vez iba más cuesta arriba entre mucha arboleda. De vez en cuando, se podían ver las “fabelas” entre la vegetación. El viento poco fuerte, pero a medida que llegamos arriba, ya estaba en todo su apogeo.
Cristo de Corcovado
Las rachas eran fuertes y el frío se hizo muy patente. Nos costaba trabajo hacer frente a las dos inclemencias, atmosféricas bruscamente desatadas. Había momentos que las nubes tapaban el Cristo, puesto que estábamos a 700 metros de altitud. En un momento dado la fuerza del viento hizo que, me viera arrastrada con fuerza si no me cogen, creo que estaría ¡ vete a saber donde!
Las vistas desde allí arriba, son más que impresionantes. Todo Río Janeiro, playas, el Pan de Azucar y el Océano inmenso. La verdad, poco vi ya que no podía uno acercarse al muro.
Otra espera para bajar. Buscábamos el poco sol que de vez en cuando salía, para que sus rayos nos dieran algo de calor.
Cogimos un autobús que nos llevaría cerca de Copacabana, lugar donde esta el hotel ¡qué viaje! Estaba en el pasillo e iba a sentarme, cuando arrancó con tanto brío que, me hizo caer en el asiento. Las curvas las tomaba a tal velocidad, que tenias que agarrarte fuertemente. Toda una experiencia. Para amantes de la velocidad y riesgo, esto es lo más indicado.
Vamos a comer y luego al mercadillo. Grande y diversidad de cosas. Me compré un colgante de jade en forma de trebol, los consabidos imanes de recuerdo y poco más. El cielo cubierto de nubarrones amenazaba lluvía, además estaba muy fresco.
Fuimos a cenar a una terraza y el ambiente que en ella había, contagiaba a uno haciendo su estancia en ella agradable. La noche había quedado tranquila y se estaba francamente bien. Nos retiramos al hotel y a esperar otro día más.
Vamos a comer y luego al mercadillo. Grande y diversidad de cosas. Me compré un colgante de jade en forma de trebol, los consabidos imanes de recuerdo y poco más. El cielo cubierto de nubarrones amenazaba lluvía, además estaba muy fresco.
Fuimos a cenar a una terraza y el ambiente que en ella había, contagiaba a uno haciendo su estancia en ella agradable. La noche había quedado tranquila y se estaba francamente bien. Nos retiramos al hotel y a esperar otro día más.
Terraza desayun
Ese día me quedo sola, pues Paco tiene un vuelo de ida y vuelta a la ciudad de Córdoba (América del Sur)
Después de ducharme bajo a desayunar. Hago tiempo hasta la hora que tengo para hacerme una limpieza de cutis, abajo donde está el gimnasio. Más una hora estuve en manos de una experta muchacha que, me dio cremas, aceites, masajes y un sin fin de cosas.
Ignoraba por completo que se pudieran usar tantas cosas, para una limpieza de cutis. Pagé 80 riales.
Fui a pasear por el largisimo paseo que hay en Copacabana. El suelo esta formado por ondas que se asemejan como si fueran olas, color gris oscuro, y las claras son la arena. Es muy original, las piezas de pequeño tamaño e iguales en grosor, fue obra de los portugueses. Voy a comer y luego al hotel. Invierto el tiempo en escribir y en leer.Después vuelvo al paseo. La playa que está al lado, sigue muy animada.
Hay un carril que se usa para las bicis, patines y patinetes. También se ve toda clase de personas corriendo. Hay mucha cultura al cuerpo, se ven corredores a cualquier hora.
Terraza de la habitación
De principio a fin del largo trayecto, esta edificado de altos y bonitos hoteles a cada cual más moderno.
Mi vista queda fija en algo que me llama la atención. Entre dos grandes hoteles, hay una gran abertura y a través de ella, se puede ver las favelas que cubren toda una ladera entre la arboleda. No pude por menos de pensar “qué contraste más deplorante”
Vuelvo al hotel a esperar a Paco. Cuando llega y después más tarde, nos vamos a una terraza a cenar. Hotel a dormir y a esperar un día más.
Mi vista queda fija en algo que me llama la atención. Entre dos grandes hoteles, hay una gran abertura y a través de ella, se puede ver las favelas que cubren toda una ladera entre la arboleda. No pude por menos de pensar “qué contraste más deplorante”
Vuelvo al hotel a esperar a Paco. Cuando llega y después más tarde, nos vamos a una terraza a cenar. Hotel a dormir y a esperar un día más.
Entrada Pan de Azucar
Después de haber dasayunado, nos vamos al Pan de Azucar, otra de las cosas que no se puede dejar de ver. Luego de un largo recorrido llegamos.
Subida al Pan de Azucar en el Bondinho
Nos montamos en el "Bondinho", dos recorridos suspendisos en cables que nos acercaban al lugar. Pensé que iban a oscilar debido a la altura, pero la verdad fue un recorrido bastante aceptable (los dos)
Las vistas son tan preciosas que te llenan. Las inmensas playas.
Copacabana, Flamingo, Botafogo y el inmenso Océano.
Segundo modelo y creo que más seguro que el primero, aunque
el haberlo realizado en aquél entonces, tiene mucho mérito, ya que inventar algo que subiera hasta allá arriba era toda una proeza.
Vista a lo lejos del Cristo.Hermosas vistas panorámicas desde Pan de Azucar
Lejos Cristo de Corcovado
Las vistas son tan preciosas que te llenan. Las inmensas playas, Copacabana, Flamingo, Botafogo y el Océano. Bajamos y fuimos a la playa, comimos y a disfrutar del sol y agua.
Vista Pan Azucar
Preciosas imágenes para recordar
Una maravillosa noche en el paseo de la playa de Copacabana a esar de la humedad (se ve en la foto los puntos húmedos) se agradecía por el buen tiempo que se podía disfrutar.
Churrasquería
Churrasquería
Cuando el sol nos dijo adiós, subimos al hotel, nos duchamos y nos vamos a cenar con unos amigos brasileños a una churrasquería (típicas). Día completo y feliz.
Playa de Ipamena
Hoy vamos a la Playa de Ipamena no muy llejos (diez minutos andando). Es muy limpia, la arena es de color ¿blanca? y el agua clarísima. Hace calor y después de pasear por la orilla, me voy introduciendo poco a poco hasta que me mojo entera.
Quiosko
Nos acercamos al quiosko que está en la acerpara tomar un refresco de los que allí son muy buenos.
De frutas tropicales
Un pintor de acuarelas está pintando pequeños lienzos
Un pintor de acuarelas está pintando pequeños lienzos
de la playa y el hermoso paisaje que está en la margen derecha.
La casa colonial es una verdadera maravilla.
Grande de dos pisos, las habitaciones muy espaciosas. Tiene una especie de jardín interiotan grande como la casa.
Se ve que fue en sus tiempos, una residencia muy señorial. Ahora está por dentro muy deteriorada y la ocupan familias de lo que aquí llamamos raza gitana.
Compramos café brasileño y nos vamos a comer. Llegamos al hotel, nos duchamos, comenzamos a hacer la maleta y bajamos a reunirnos con los compañeros de viaje.
Un viaje de casi dos horas al aeropuerto, pues había mucho tráfico y alguna que otra retención.
Llegamos y a esperar que nuestro vuelo saliera rumbo a España. Nueve horas y cuarenta y cinco minutos.
Río de Janeiro 13 - 8-2011
León 22 - 8 - 2011