EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

sábado, 25 de abril de 2009

Cómo se hace el pan












El domingo, día 13 de agosto del año 2000, en el pueblo de San Miguel de Escalada, y en el corral de Escelita, revivimos una tradición entrañable: la de enseñar la magia, casi el milagro, de "cómo se hace el pan".

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... "El pan nuestro de cada día..." Una comida tan común y tan trivial, que nunca nos paramos a pensar de qué está hecho este bendito alimento.
Estos son sus componentes: harina, agua, sal, hurmiento, y levadura. Ingredientes que pasan una serie de peripecias, hasta llegar a ser, al calor del horno de adobe, esa oronda hogaza de pan tierno, que sabe a gloria:


Harina de trigo: de la mejor cosecha, de la mejor molienda, de la mejor cernida.
Agua con sal: al punto, que le da la experiencia de la panadera vieja.
Hurmiento: esa "masa madre", que se guarda, y se pasa de casa en casa, como un milagro multiplicador.
Levadura: que hinchará la mezca, de forma controlada, para dar al "molledo" esa frescura de pan tierno y sabroso.

Se mezcla bien todo, en la "masera": a conciencia; hasta que la acción del hurmiento provoque el necesario desprendimiento de los gases que hacen levantar la masa, y esta queda "suelta". Para ello se deja "dormir" la mezcla durante un tiempo bien sabido, que lo da la experiencia. Luego, se preparan las bolas, con el peso apropiado según las hogazas pretendidas, que dormirán un rato más, antes de "espalmarlas", que es aplanarlas un poco para que cojan la forma de la hogaza.

Aún es temprano, y el horno no está "arrojado" todavía. La hogazas, blancas y fofas, han de dormir otro tiempo más, cubiertas por el "sábano" de lino, sobre el "estrado" de madera. Cuando el horno de leña alcanza los 260 grados, (lo sabe bien la vieja panadera, sin medirlo), el "funganeiro" barre del horno todas las brasas con su "mundilla" de sauco. La panadera raja las panzas de las bolas espalmadas, con sus propios signos, -casi como una firma- ,para que la hogaza no se reviente en el calor del piso de baldosas, y mete, una a una, las bolas en el horno limpio y caliente.

Ya está cerrada la boca del horno, y allí dentro se adivina el milagro, que se escapa por una ligerísima rendija , en un olor a gloria bendita, despues del tiempo que otra vez sabe bien la vieja panadera...


Entonces se "deshorna", para que enfrien las hogazas, tapadas lévemente, encima del escaño, que ahora es cama de pan tierno y oloroso. Y de allí, ya bien enfriado, a los arcones o a las paneras. Y de allí, a la buena mesa; a la sombra del roble cincuentón en la comida de la siega; o a la caseta fresca de la era, en la trilla; o al amor de la lumbre, en el otoño frescachon...


Dedico estas líneas a la memoria de mi madre y mis abuelas, que fueron, siendo yo niño, "mis panaderas".
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(escrito por Alfredo Escalada, en 01.02.2006)
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sábado, 18 de abril de 2009

UN SOLITARIO VIOLÍN



 
Entré en la sala y admiré el hermoso violín que reposaba sobre un estuche abierto. Estuve mirándole fijamente con el pensamiento vacío. Los ojos clavados en él, trataban de hacerle vibrar, darle vida, sonido y apartar esa soledad que había en él.


En el atril, la partitura reposaba sin prisa a que él instrumento diera vida a unos pentagramas llenos de notas, andantes, vibratos, fortes… Me senté cerca de él para sentir su fuerza, hechizo y dulzura. Cerré los ojos y dejé que mi cuerpo se fundiera con esa cadencia que envolvía todo mi ser.


Las notas se iban derramando una tras otra. Engarzadas como los diamantes en una tesitura hermosa, dando los tiempos como un regalo.


La elegancia del cuerpo se unía en el leve balanceo del brazo llevando el arco a posarse con energía sobre las cuerdas, arrancando esas notas que sin querer, despertaban esa melancolía que todos llevamos dentro cuando la tristeza nos embarga sonando como un andante sostenuto.
La música era su mundo en el cual vivía. Era una persona con talento, carisma y muy querida por todos. El violín en sus manos se convertía en un "alegre cantábile", en un "romántico" andante o en un profundo y desgarrador solo. Sabía imprimir en cada pieza musical, lo que el momento requería.


Nos dijo adiós un día de otoño. Estaba cansada de luchar, de ver que vida ya no tenía ningún sentido para ella. Miré por última vez el violín. Allí estaba triste, mudo, nadie lo volvió a tocar. Sus notas estaban rotas.


* Mi corazón es pequeño para tu recuerdo.
















* León 26- 9- 2008





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miércoles, 15 de abril de 2009

PINCEL Y PLUMA

Aquí estoy. Peleando con este mundo nuevo de los blogs. Al menos nuevo para mí.

Llamo a este sítio "pincel y pluma". Y eso quiero que llegue a ser. Pincel de mis pinturas, y pluma de mis letras.

Hoy empiezo por el pincel. Y qué mejor comienzo que el recuerdo visual de mi exposición de pintura en Gradefes, en septiembre del pasado año 2008...


¡Voilá!

Si quieres escuchar música al verlo,

pica en el altavoz del vídeo.





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