EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

lunes, 14 de octubre de 2013

CUANDO EL AIRE LLEVE TUS SUEÑOS


               


                 

       Llámame si sufres una pena
Llámame si lloras y nadie te consuela.
Llámame cuando estés sola,
abandonada por el destino.
Llámame en esa soledad que te oprime
y no te deja respirar.

Llámame cuando tu voz se apague,
y no tengas fuerzas para gritar.
Llámame cuando no encuentres lo que
has perdido, yo te ayudaré.
Llámame en el frescor de la noche, mis
brazos  abrigaran el aterido corazón.

Llámame en la oscuridad de la noche,
mi cálido aliento disipará sus sombras.
Llámame cuando el sol se escape por el
horizonte y necesites abrazarme.
Llámame  cuando el aire lleve los sueños
y no quieras despertar.


Llámame si no ves la luna brillar
desde la ventana, yo te ayudaré
a que brille solo para ti.´
Llámame cuando las hojas de los árboles
se estén cayendo y necesites apoyarte
en mis brazos.

                      
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León 1 Agosto 2012

martes, 1 de octubre de 2013

CUANDO LA TIERRA DUERME






“No la despiertes.  Déjala dormir. Necesita descansar, está agotada. Mimalá,
ámala, ella será tu último refugio cuando digas adiós”
__¿Por qué te enfadas así?
__No estoy enfadada.
__Entonces, ¿por qué machacas así la tierra con esa piedra?
__Lo hago para ahogar mi rabia.
__Ves cómo estás enfadada. No deberías hacer eso.
__Cuál, ¿machacar la tierra?
__Sí.
__¿Por qué? No sufre, no sangra, no llora, no grita.
__Eso crees tú. La tierra está tan viva como tú y yo.
__Ya no soy una cría. Soy una mujer.
__También lo soy yo, pero  nunca olvidaré las palabras  que un día me dijo  mi abuela cuando yo era  una niña y, al igual que tú, descargaba mi furia contra la tierra a patadas.

“No la despiertes...”

Sus palabras, me abrieron a un mundo desconocido y hermoso. Me hizo caminar descalza para que mi piel tomara contacto con ella. Que supiera de su aspereza,  su blandura. En mis manos depositó un puñado de ella. “Cierra los ojos, me dijo, y trata de oír lo que te dice”.
Estaba triste, bajo ella había mucho sufrimiento. Ni los cálidos rayos de sol, ni las bellas flores que había, eran suficiente motivo para que olvidara, que en sus entrañas, miles y miles de cuerpos habían encontrado su final en una guerra sin fundamento alguno como
 lo son todas las guerras.
Desconcertada, dejé que se escurriera entre mis dedos.

“Déjala dormir...”

-“Tienes que respetarla. Está viva y vive para que tú puedas vivir. Ella sufre cuando la maltratamos. Nos ha dado todo cuanto le pedimos y nunca se queja de nuestro desmedido pedigüeño. No seamos tan injustos con ella cuando todo su esplendor decaiga, desaparezca, es tiempo de arroparla y esperar su nuevo despertar”.

“Necesita descansar...”

-Durante meses y meses, luchó contra La Naturaleza, que le regaló de todo. La abrasó, secó y resquebrajó. La mojó tanto, que incluso a veces la inundó. Cuando se preparaba para su letargo, el frío y la escarcha, hicieron que su desolación fuera más triste. Pero ella, siempre fiel a esa humanidad que la cuida, pese a todos esos sinsabores que soportó, nos alimentó y vistió sus mejores galas en honor a unos seres, que la mayoría de las veces, no lo merecemos.

“Está agotada...”

-Siéntate a mi lado.
Junté mi pequeño cuerpo al lado del suyo. Su cálido abrazo envolvió mi pequeñez.
-“Mira lo que pisas”.
Sus manos añosas, pero llenas de fuerza, tomaron una tierra seca, desvaída, que se apretujaba en pequeños terrones para darse un aliento que los días iba acortando.
-“Ya no está firme, ni presta como meses atrás. Su cansancio  junto a su sequedad, hace que parezca muerta. No lo está. Cuando la tierra duerme, nos invita a su descanso y nosotros sabedores de todo su esfuerzo, lucha y paciencia, la dejamos dormir. Lo merece. No la pidas ahora, lo que tan generosamente nos dio en su tiempo”.

¡Mimala! ¡Ámala!

-“Lo mismo que amas a tus padres, ámala a ella. Cuando naciste, ya estaba aquí. Recibió tus primeros pasos, tus juegos y también, tu rabia cuando algo te salía mal.
Alguna vez, sentiste su mordedura dolorosa en las rodillas. Está viva y muestra de vez en cuando su enfado.
Aprende a mimarla. Dala todo lo que necesita. No es muy exigente y, ¡te lo agradece tanto! Niña mía, eres aún muy pequeña quizá para entender todo esto que te estoy diciendo, pero creo que es ahora cuando mejor se entiende todo.
A mí, nadie me enseñó  lo que te estoy diciendo, cuando tenía tu edad. Pero yo nací a su lado. Corrí como un cervatillo, libre, descalza sobre ella  aprendí mucho. Su olor cuando es mojada por la lluvia, no tiene igual. Es limpio, fresco, como un bebé  después de su baño.
Ella fue testigo de mi primer amor. Los besos y caricias que mi ardoroso cuerpo recibía, la tierra era nuestro lecho, soportó con callada envidia, todas esas sensaciones que estremecían todo mi ser”.

“Ella será tu último refugio cuando digas adiós ...”

-“Cariño, en ésta vida todo lo que nace muere. La muerte es algo a lo que jamás podremos sustraernos. Es una cita ineludible a la que todos debemos acudir y ella, la tierra húmeda, seca, apelmazada o suelta, te tomará, te abrazará y juntas os fundiréis hasta que formes parte de ella. La tierra nos recoge a todos. No es racista, ni entiende de dogmas”.
__Tu abuela debió de ser una mujer maravillosa. Sensible y fuerte a la vez
__Eso pienso yo. Tenía unos conceptos muy claros de la vida. Sabía cómo enfrentarse a ella. Fue la mejor maestra que tuve. Todo lo que me dijo y enseñó, quedó muy grabado en mí. Así que ya sabes: “No la despiertes, déjala dormir...





R.P.. 00/2008/1315
León 12 5- 1998