EL SECRETO ESTA EN LA LLAVE

sábado, 9 de abril de 2011

LAS TENTACIONES





















MONTE DE LAS TENTACIONES

Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto de la Pereda, para poder ser tentado por el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo:

Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”
Pero él respondió, diciendo está: Escrito está:

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS”


Acuciado por un estómago que le recordaba con intermitentes pinchazos lo vacío que estaba, deambuló calle abajo sin saber qué haría para acallar esa necesidad que, un tiempo atrás, jamás se había cuestionado. ¿Cómo iba a saber él que un día iba a ser un indigente? Que tendría hambre. Que recordaría su mesa siempre llena de viandas. Y lo más penoso: siempre se había desvinculado por completo de los problemas de esa gente que pasaba hambre. Nunca le importaron y de su boca no salieron palabras de ánimo, ni de aliento ante su zozobra, sino más bien groserías, cuando alargaban su mano y con gesto de impotencia, perdido todo vestigio de dignidad, imploraban algo que él jamás dio. Hoy necesitaba pan para su estómago, pero lo más importante en esos momentos, era su hambre de palabras que aliviasen su pesaroso espíritu. Nunca había dado nada para una necesidad corporal a los que sufrían la miseria de no tener nada que llevarse a su boca. Tampoco había regalado tolerancia a los más débiles ¿Qué esperaba?

...”Llevole entonces el diablo a la ciudad Santa, y poniéndole sobre él pináculo del templo, le dijo:

Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece su pie contra la piedra

Díjole Jesús:

“NO TENTARAS AL SEÑOR TU DIOS”


Él había infringido todas las leyes. Atentado contra todo lo permisible. En una época no muy lejana, había manejado los hilos desde las alturas de forma insidiosa. No temía caerse, pues su ejército de sicarios le cubría las espaldas. Contraponiéndose a lo lícito, había fomentado el vicio más denigrante. Sin inmutarse lo más mínimo, había arrastrado a una juventud al pozo de la ofuscación total. Él, todo lo podía. Hoy se arrastraba en un submundo en el que pupulaban seres impersonales, sin nada que les incentivara a reasumir lo que antaño fueron. Había atentado, y había sucumbido al falso brillo del oropel ¿Qué podía aguardar? ...

De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos le dijo:

Todo esto te daré si de hinojos me adorares”
Dijo le entonces Jesús: Apártate Satanás, porque escrito está:

“AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS Y A ÉL SOLO DARÁS CULTO”

Entonces el diablo le dejó, y llegaron los ángeles y le servían.


Se sentó en un banco y cerró los ojos. Estaba exhausto. Todos sus esfuerzos habían sido infructuosos. Había fracasado por completo. Jugó a ser el rey Midas y todo lo que tocó, era ahora pura basura. Vendió, compró, estafó a los que más confiaban en él. Reinó entre la plebe, sin ser rey. Pero, en su fuero interno, anhelaba enaltecer más su ego, y para llegar a eso no dudó lo más mínimo en servir a la serpiente tentadora. A cambio, él obtenía más de lo que pudiera imaginar. Su fama, nombre y fortuna, creció como un tifón arrastrando todo lo que se pusiera por delante sin cuestionarse, por un momento, el daño que hacía. Cuando llegó el día que su perverso dueño le exigió lo pactado, ya era tarde. El mal que había causado, tanto a otros como a sí mismo, no le eximían de haber caído en la más grave tentación. Había estado en la cúspide y hoy, derrotado y humillado, trastocado en una fe que pronto había olvidado, lloró en silencio. Su insoportable soberbia, así como su inhumano proceder, eran inexcusables. Pedía algo que sabía no tener derecho a ello: el perdón Divino.




* Las tentaciones de Jesús son todas las cuales convenían al Mesías. Con ellas el tentador procura apartar a Jesús del Camino que el Padre le había trazado para realizar la obra mesiánica. Primero, proponiéndole un milagro con el fin de socorrer su necesidad corporal; luego moviéndole a presentarse ante el pueblo de modo aparatoso y, por último, ofreciéndole el señorío del mundo, que sólo del Padre podía recibir. Estas tentaciones, que el Salvador debió de contar a sus discípulos algún día, no podemos precisar bien en qué forma se realizaron, si en forma sensible y externa o en forma imaginaria (sic).










R.P.00/2008/1316

León, Febrero 1997

viernes, 1 de abril de 2011

PASO OBLIGADO


















¿Adónde van? ¿Qué piensan? ¿Tienen problemas? ¿Son felices? Estas preguntas me las hacía sentada en un banco, mientras examinaba a las personas que, paradas no muy lejos de mí, esperaban poder cruzar la calle por un paso de peatones. Cuando la luz verde se encendía, pasaban rápida o lentamente y se perdían de mi vista. Era gente normal y corriente que por una causa u otra, transitaba por esa zona.

En el poco tiempo que allí permanecí, me entretuve en analizar a mi aire, lo que reflejaba cada uno de sus semblantes.

Una señora de mediana edad, con una bolsa en cada mano, inició sus pasos. Iba muy pensativa. Durante los pocos metros que le separaban de la otra acera, mantuvo su vista baja. Concentrada en lo que bullía por su mente, no reparaba en nada que no fuera lo que la mantenía tan ensimismada. Tal vez tenga problemas de índole monetario –me dije o quizás, la causa resida en algo más personal.









Un hombre bastante mayor, hizo que le prestara toda mi atención. Encorvado, apoyaba su endeble cuerpo sobre un bastón. Despacio, y mirando de soslayo a ambos lados, como si temiera ser embestido por algún coche, comenzó su periplo.

Apenas levantaba los pies del suelo, y su paso titubeante me hizo presagiar que la luz verde del semáforo, cambiaría antes

de que llegase al otro lado. Observé su figura decadente.





Los años no perdonan –pensé-. Ese cuerpo años atrás, había estado lleno de energía y hoy apenas podía tenerse en pie. ¿Cuál era su meta? ¿Hacía dónde iba? ¿Le estaba esperando alguien?

La joven, con paso firme y decidido, hizo que reparara en ella. Su amplia sonrisa daba a entender lo feliz que se encontraba y su airoso caminar, eclipsaba todo lo que le rodeaba. Era muy guapa y consciente de ello, regalaba su don de la mejor forma que sabía: mostrando su encanto. ¿Qué le hacía tan dichosa? –me pregunté- ¿El saberse hermosa? Cuando pasó muy cerca de mí, fijé mis ojos en los de ella y creo que encontré la respuesta: estaba enamorada y era correspondida. El muchacho que atravesaba ahora el paso, iba muy pensativo. Sus manos las metía hasta el fondo de los bolsillos del pantalón. De vez en cuando, miraba mecánicamente. Se le notaba una gran preocupación.


Algo anda mal –noté. Advertí que a pesar de su juventud, su rostro iba más en consonancia con una madurez impropia de su edad. “Olvídate de todo y disfruta del día. Estas horas jamás volverán y debes sacar el mayor provecho de ellas. No dejes que se pierdan” –murmuré mientras mis ojos seguían sus rápidos pasos. Cuando abandonaba mi observatorio, un grupo de niños con sus enormes mochilas a la espalda, se pararon ante la luz roja. Sus risas y voces, hicieron que les mirara de pasada. -“Gracias a Dios, éstos no tienen aún de qué preocuparse. La vida les sonríe y sus problemas, son por ahora, una pequeñez. Que su ansia de ser mayores, no les robe nunca la niñez”














R.P.00/2008/1319


León, 18 Mayo 1998