
TREINTA MONEDAS
Pagar treinta monedas por delatar a un hombre es una vileza, pero más despreciable es quien las toma y no duda en traicionar al hombre, que un día le acogió como un amigo en su círculo para difundir su palabra. Judas, con este gesto tan ruin, daba paso a lo que sería un basto proceso, que terminaría con la muerte de Jesús.
¿Qué le impulsó a ser tan infame? La envidia debía corroer tan profundamente su estrecha
mente al verse relegado a un segundo plano, que todo su resquemor salió a flote y la bajeza de su acto nos lleva a un desprecio tácito.
¿Sabía exactamente que con esa traición iba a cambiar el rumbo de la historia?
Él, en esos momentos no lo comprendía. Luego, en su interior, algo se hizo añicos al ver su perverso proceder.
Horrorizado huyó dejando en su camino esas treinta monedas, que eran como un símbolo de lo que le esperaba a Jesús.
1ª Moneda: La Traición. Traicionar a un amigo, es ser todo un bellaco.
2ª Moneda: El Beso. Qué beso más falso y gélido, depositó Judas en la
mejilla de Jesús.
3ª Moneda: El Prendimiento ¿Por qué se le detenía sino había cometido ningún delito?
4ª Moneda: Un Pontífice llamado Caifás. Un falso en el Sanedrín
5ª Moneda: La Negación de su Apóstol más querido: Pedro. Sus lágrimas de amargura, jamás borrarían su débil proceder.
6ª Moneda: Pilatos. Se lavó las manos ya ensangrentadas cuando lo entregó al pueblo.
7ª Moneda: Barrabás. Un hombre preso. Libre por el griterío de una plebe ebria de sangre.
8ª Moneda: Los azotes, desgarraron sus carnes, lacerando sin piedad su divino cuerpo.
9ª Moneda: Un Manto de Púrpura, cubrió su humanidad despojada de vestiduras.
10ª Moneda: Corona de Espinas. Su cabeza fue coronada, pero no de oro y piedras preciosas, sino de espinas.
11ª Moneda: Un Cetro de Caña le pusieron en sus manos. La burla llegaba al máximo.
12ª Moneda: La Cruz. Le cargaron a sus espaldas con una cruz tan pesada, como grande es el mundo y muchos sus pecados.
13ª Moneda: 1º Caída. No estaba preparado para soportar tal peso y cae al suelo entre el regocijo del populacho que le insulta y recrimina el llamarse rey.
14ª Moneda: 2ª Caída. Su angustia es inmensa. Su padre le ha exigido tal suplicio, que teme no poder cumplirlo. Los latigazos le recuerdan que debe levantarse y seguir ese camino ya trazado.
15ª Moneda: 3ª Caída. Agotado, maltrecho y dolorido, sus rodillas vuelven a sentir el duro y pedregoso suelo.
16ª Moneda: Simón de Cirene. Una ayuda en su camino lleno de soledad, de suplicio.
17ª Moneda: Gólgota. Cuando llegó, le dieron de beber vino con hiel. Una despiadada bienvenida para lo que le esperaba.
18ª Moneda: La Crucifixión. El sangriento acto comenzaba. Él, el principal actor.
19ª Moneda: Un Clavo rompió la palma de su mano, hasta incrustarse en el madero.
20ª Monedas: Su otra mano fue presa del 2º Clavo que, golpe a golpe, la traspasó hasta quedar pegada al travesaño.
21ª Moneda: El 3º Clavo, hendió sus pies. Unos pies cansados, fatigados por los sinuosos caminos que había recorrido.
22ª Moneda: INRI. Jesús, Rey de los judíos, proclamaba el letrero en hebreo, latín y griego que colocaron arriba en la cruz. Los que le amaban de verdad, sabían que su reino no era de este mundo.
23ª Moneda: Repartición de sus Vestiduras. Ya no las necesitaba. Los dados con su azaroso capricho, las dividió entre la soldadesca.
24ª Moneda: Su primera Palabra. Pide a su Padre que perdone a sus verdugos.
25ª Moneda: La segunda Palabra. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, dice Jesús al ladrón
26ª Moneda: Su tercera Palabra. Las palabras que dice a su madre instándola a que ame a su discípulo Juan, como a su hijo, es toda una lección.
27ª Moneda: ¿Por Qué Me Has Abandonado?, Pregunta a su padre. Es la hora nona.
28ª Moneda: Tengo Sed. Un soldado le acerca una esponja empapada en vinagre. Su tormento no tiene fin.
29ª Moneda: Todo está concluido..., susurra con voz quebrada.
30ª Moneda: Séptima Palabra. Su fin se acaba. Llama a su Padre y pone en sus manos su espíritu. Un soldado, quizá apiadándose de Él, al ver su excesivo sufrimiento, le clava su lanza en el costado.
“Verdaderamente era El Hijo de Dios”, se oyó decir cuando las fuerzas de La Naturaleza, dejaron oír sus lamentos, de forma aterradora.
Las treinta monedas diseminadas cerca del árbol en el cual Judas puso fin a su vida, ya no tienen valor alguno. Cada una de ellas, tenía asignado un acto amargo, muy cruel en la persona de Jesús.
Él lo sabía. Sufrió, y su dolido lamento lanzado al padre desde la cruz, nos hace ver su condición de humano, de mortal. Pero se ha comprometido y llega hasta el final. El camino ha sido largo y duro.
R.P. intelectual 00/2008/1316
León, 3 Diciembre 1998